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No negociables: los derechos indígenas ante la vigilancia y el olvido global

Cada 9 de agosto se celebra el Día Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo, una fecha proclamada por la ONU para reconocer la historia, la cultura, la espiritualidad y la lucha de las comunidades originarias. En 2025, la jornada llega marcada por una fuerte advertencia: las tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial, lejos de ser herramientas de inclusión, están siendo usadas para vigilar y acosar a líderes indígenas.

Así lo denunció Volker Türk, Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, en la apertura del 18º período de sesiones del Mecanismo de Expertos sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (julio de 2025). Según Türk, “los Estados están utilizando herramientas de vigilancia basadas en inteligencia artificial para rastrear y acosar a los defensores de los derechos de los pueblos indígenas”. Añadió que, sin garantías claras de derechos humanos, la inteligencia artificial puede profundizar las desigualdades estructurales que ya sufren los pueblos originarios.

La alerta no es teórica. Según cifras recogidas por la Oficina del Alto Comisionado, entre 2023 y 2024, el 26 % de las personas defensoras de derechos humanos asesinadas en el mundo eran indígenas —la mayoría en América—. Estas muertes ocurren muchas veces en contextos de impunidad y en medio de luchas por la defensa del territorio, frente a megaproyectos, industrias extractivas o la expansión de fronteras agrícolas. Türk recalcó además que muchos pueblos indígenas aún no tienen reconocimiento legal sobre sus territorios, lo cual los deja aún más vulnerables.

Los impactos no terminan ahí. La deforestación, la minería y la agroindustria a gran escala continúan avanzando sobre tierras indígenas sin su consentimiento libre, previo e informado. Al mismo tiempo, el cambio climático agrava la situación: incendios, sequías e inundaciones destruyen los ecosistemas que han sostenido a estas comunidades durante milenios. “Los pueblos indígenas están entre los más expuestos y vulnerables al caos climático”, concluyó Türk.

En su mensaje de 2024, el Secretario General António Guterres destacó que los pueblos indígenas representan alrededor del 6 % de la población mundial, pero protegen cerca del 80 % de la biodiversidad del planeta. Advierte que, pese a su rol como guardianes del medio ambiente, siguen siendo víctimas de violencia, despojo de tierras y violaciones de derechos consagrados en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (UNDRIP). El énfasis del mensaje de 2024 fue en el derecho de los pueblos indígenas a protegerse del contacto no deseado, especialmente en comunidades en aislamiento voluntario.

Del 24 de abril al 2 de mayo de 2025 se celebró en Nueva York la XXIV sesión del Foro Permanente para las Cuestiones indígenas de las Naciones Unidas (UNPFII), reuniendo a cerca de 1000 participantes: líderes indígenas, gobiernos y organismos de la ONU. El tema central fue la implementación de la UNDRIP, evaluando buenas prácticas y desafíos en su aplicación a distintos niveles. Aunque se han logrado avances, el diagnóstico fue claro: los derechos colectivos siguen siendo relegados, sobre todo en cuanto a territorios, recursos naturales y participación política efectiva.

En paralelo, Naciones Unidas presentó el 25 de abril de 2025 un informe que revela un desequilibrio alarmante: aunque los pueblos indígenas representan solo un 6 % de la población global, protegen el 80 % de la biodiversidad del planeta, pero reciben menos del 1 % de la financiación climática internacional. Muchas veces, las “soluciones verdes” promovidas por gobiernos y empresas —como parques eólicos, represas o créditos de carbono— se implementan sin su consentimiento, provocando desplazamientos y conflictos. El informe insiste en que los saberes indígenas deben ser reconocidos no como conocimiento «tradicional», sino como sistemas científicos y tecnológicos plenamente válidos.

Otro aspecto crítico que abordó un informe de DESA (Departamento de Asuntos Económicos y Sociales) este año es el desfase entre la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, con respecto a los derechos de los pueblos indígenas. Aunque las metas globales hablan de igualdad y sostenibilidad, muchas veces omiten derechos fundamentales como el control sobre tierras ancestrales o el autogobierno. Sin una inclusión real de estas demandas, afirman desde el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, no se alcanzará ni la erradicación de la pobreza ni la justicia climática.

En este contexto, la próxima Cumbre del Clima COP30, que se celebrará en Belém (Brasil) en el corazón de la Amazonía, ha generado expectativas, pero también preocupaciones. Organizaciones indígenas temen quedar fuera del debate debido a los altos costos de participación y la falta de garantías para el diálogo intercultural. Algunos analistas, como el investigador Marcos Colón, alertan sobre el riesgo de convertir la cumbre en un “carnaval climático” sin protagonismo indígena, pese a celebrarse en su territorio ancestral.

Este Día Internacional debe ser más que una fecha conmemorativa. Es una invitación a escuchar y respetar las voces indígenas como parte esencial de cualquier solución global. Sus conocimientos, sus luchas y sus propuestas son claves para repensar un futuro justo y sostenible. Proteger sus derechos no es un acto de caridad: es una necesidad urgente para el planeta que habitamos todos.

Carmen Coleto Martínez, Responsable de Proyectos de FIBGAR