80 años de los juicios de Núremberg: Lecciones para el presente
Este año se cumplen 80 años de los Juicios de Núremberg, un momento decisivo que marcó un antes y un después en la historia del derecho internacional y de los derechos humanos. Estos juicios no solo castigaron a los principales responsables del régimen nazi, sino que sentaron las bases de principios jurídicos que continúan guiando la justicia internacional en la actualidad.
Tras el horror de la Segunda Guerra Mundial, el mundo se enfrentaba a crímenes de una magnitud sin precedentes: asesinatos masivos, persecuciones sistemáticas y una violencia organizada que amenazaba los principios más básicos de la humanidad. Fue entonces cuando la justicia internacional dio un paso sin precedentes.
Después de un largo proceso de negociaciones de alto nivel, el 8 de agosto de 1945, representantes de las potencias vencedoras —Estados Unidos, Francia, Reino Unido y la Unión Soviética— se reunieron en Londres para firmar el Acuerdo de Londres para el Establecimiento de un Tribunal Militar Internacional. Este documento, de apenas siete artículos, ordenaba la creación de un tribunal conformado por cuatro jueces y sus sustitutos, uno por cada potencia firmante, que juzgaría a los criminales de guerra del Eje europeo cuyos delitos no tuvieran una ubicación geográfica determinada, mientras que los crímenes cometidos en un territorio específico serían juzgados en el lugar donde ocurrieron.
El tribunal tenía competencia sobre:
- Crímenes contra la paz, es decir, planificar, preparar, iniciar o librar guerras de agresión, o una guerra que constituyera una violación de tratados, acuerdos o garantías internacionales, o participar en planes comunes o en una conspiración para lograr algunos de los objetivos anteriores.
- Crímenes de guerra, entendidos como violaciones de las leyes o usos de la guerra. Estas violaciones incluyen el asesinato, los malos tratos o la deportación para realizar trabajos forzados u otros objetivos en relación con la población civil de un territorio ocupado o en dicho territorio; los malos tratos a prisioneros públicos o privados; la destrucción sin sentido de ciudades o pueblos; o la devastación no justificada por la necesidad militar, sin quedar limitadas estas a los casos mencionados.
- Crímenes contra la humanidad, como el asesinato, la exterminación, la esclavización, la deportación y otros actos inhumanos cometidos contra la población civil antes o durante la guerra; la persecución por motivos políticos, raciales o religiosos, en ejecución de aquellos crímenes que fueran competencia del tribunal o en relación con los mismos, constituyan o no una vulneración de la legislación interna del país donde se perpetraron.
Además, establecía la responsabilidad de aquellos que hubieran liderado, organizado o incitado la formulación de un plan común o conspiración para la ejecución de estos delitos. El cargo oficial o el cumplimiento de órdenes superiores no exoneraría a los acusados, aunque estos factores podrían considerarse atenuantes. También facultaba al tribunal para declarar a algún grupo u organización como criminal, permitiendo que a sus miembros se les juzgara y condenara en los países donde hubieran cometido crímenes de guerra.
Los juicios de Núremberg, celebrados en la ciudad alemana que había dado nombre a las Leyes de Núremberg, consistieron en trece procesos entre 1945 y 1949. El primero y más conocido se celebró entre el 20 de noviembre de 1945 y el 1 de octubre de 1946, solo cinco meses después de la firma de la Carta de las Naciones Unidas. Los doce juicios posteriores fueron organizados exclusivamente por Estados Unidos.
Se seleccionaron veintidós acusados representativos de la dirigencia diplomática, económica, política y militar nazi. Figuras como Adolf Hitler, Heinrich Himmler y Joseph Goebbels nunca fueron juzgadas, habiéndose suicidado antes del final de la guerra. Los juicios posteriores incluyeron a oficiales de rangos inferiores, guardias y comandantes de campos de concentración, miembros de los Einsatzgruppen y médicos implicados en experimentos humanos.
El veredicto se dictó el 1 de octubre de 1946, con doce condenas a muerte, tres cadenas perpetuas, cuatro penas de 10 a 20 años y tres absoluciones. Diez de los condenados fueron ahorcados el 16 de octubre, ya que Göring se suicidó la víspera y Martin Bormann fue condenado en ausencia.
El Tribunal de Núremberg ha sido criticado por su carácter militar, instaurado por las potencias vencedoras que actuaban como juez y parte, por no dar espacio a las víctimas y por su legalidad y la aplicación retroactiva de algunos principios.
No obstante su valor es innegable, estableció un precedente legal internacional crucial, juzgando una serie de delitos que, según la conciencia colectiva, no podían eludirse de ninguna manera, consolidando la responsabilidad penal individual y afirmando que la obediencia a órdenes superiores no exime de responsabilidad cuando los actos son manifiestamente ilegales, un principio vigente en los tribunales internacionales contemporáneos.
De esta experiencia se recabó un conjunto de principios que quedaron para la posteridad, los denominados Principios de Núremberg, aprobados en 1950 por la Comisión de Derecho Internacional a petición de la Asamblea General de la ONU. Entre ellos se destacan:
- La responsabilidad personal de los individuos.
- La primacía del derecho internacional sobre el derecho nacional.
- La inexistencia de inmunidad basada en actos de soberanía.
- La inexistencia de inmunidad por razón de órdenes superiores.
- El derecho a un procedimiento justo.
- La definición de crimen contra la paz, crimen de guerra y crimen contra la humanidad.
- La complicidad como crimen contra el derecho internacional.
Estos principios sirvieron como base para los estatutos de los tribunales internacionales de la ex Yugoslavia y Ruanda, así como para la creación de la Corte Penal Internacional en 1998.
A 80 años de distancia, el legado de Núremberg nos convoca a reflexionar sobre la responsabilidad individual, la protección de los derechos humanos y la necesidad de garantizar que la impunidad nunca vuelva a amparar crímenes contra la humanidad.
Como señaló el fiscal estadounidense Robert H. Jackson: “A menos que estemos dispuestos a renunciar a todo progreso del derecho internacional, no podemos negar que nuestra época tiene el derecho de instituir costumbres y acuerdos que se convertirán en fuentes de un nuevo derecho internacional reafirmado”.
Recordar Núremberg no es solo mirar al pasado: es un llamado a actuar en el presente, a fortalecer la justicia internacional y a preservar la memoria como defensa de nuestra humanidad común.