Aniversario del secuestro de las estudiantes por Boko Haram
Manuel Miguel Vergara. Director del Departamento Legal de FIBGAR
Hace 365 días que un nutrido grupo de niñas estudiantes en Chibok, en el norte de Nigeria, fueron raptadas por la infame organización terrorista Boko Haram. Desde el principio las cifras eran inciertas y se hablaba de alrededor de 300 jóvenes; un número, por desagracia, demasiado cercano al de las jornadas de su cautiverio.
Boko Haram, cuyo mismo nombre denuesta la «educación occidental», aprovechó la madrugada del 14 de abril para atacar la ciudad, asaltar la residencia de estudiantes, arramplar con los víveres y reservas, y raptar a centenares de jóvenes, en su mayoría cristianas para luego escapar más allá de las zonas rurales donde las fuerzas de seguridad nigerianas aún no han sido capaces de llegar. Fue entonces cuando Boko Haram recibió la atención que la Comunidad Internacional le había negado durante los años precedentes. Su historial de atentados terroristas contra civiles, templos religiosos y otros edificios públicos parecía no ser lo suficientemente mediático. Comenzaron los tuits y el famoso hashtag «BringBackOurGirls» que Michelle Obama se encargó de promocionar con su célebre fotografía en las redes sociales. El mundo sabía ahora de otro foco de sufrimiento y dolor propagado por el radicalismo, la ignorancia y la barbarie de la organización terrorista Boko Haram.
Con cuentagotas, algunas de aquellas niñas consiguieron escapar de las garras de sus secuestradores. Unas pocas huyeron a la semana; otras, lo lograron más tarde de manera más paulatina y esporádica. El mundo supo entonces a través de su testimonios lo que allí ocurría: violaciones, trabajo esclavo, conversiones forzadas al Islam, exposición a condiciones de vida insalubres y altamente peligrosas, torturas, etc. Con el regreso de aquellas pocas niñas, un puñado de familias pudieron respirar tranquilos. No fue el caso de Nigeria ni del resto del mundo, que se espantaba al ver la sucesión de vídeos publicados por el grupo en los que su líder, Abubakar Shekau, demostraba cuán desquiciado está al hablar de mercados esclavos, venta de las niñas y amenazas a todo Occidente, siempre flanqueado por sus seguidores y artillería.
Los meses fueron pasando. Periódicos y noticiarios ya no perdían de vista las actualizaciones diarias de los atentados en el norte de Nigeria extendiéndose a los países vecinos y convenciendo al mundo de que ya no se trataba de una crisis local, ni siquiera regional, sino de verdadera seguridad internacional. Entre los peores ataques resalta por la crudeza y número de víctimas el de Baga, en enero de 2015. La terrible masacre que redujo a añicos a la ciudad y poblados cercanos se cobró la vida de cientos de víctimas. Las estimaciones de organizaciones en el terreno llegan a hablar de 2.000 muertos.
Denuncia de FIBGAR
La Fundación Internacional Baltasar Garzón (FIBGAR) se resistía a permanecer indiferente. Cumpliendo con sus fines fundacionales y con su convencimiento de que estos crímenes de lesa humanidad y de terrorismo atentan a toda la humanidad y deben ser objeto de investigación y juicio en virtud de la jurisdicción universal, decidió presentar una denuncia contra Boko Haram el 24 de octubre de 2014. Desde esa fecha, se dio seguimiento a esta empresa criminal que quedó plasmada de varias ampliaciones de la denuncia. La tercera y última ampliación se concluyó el pasado jueves. En cada una de ellas se revisan los últimos atentados y declaraciones de Boko Haram, entre ellas su juramento de fidelidad al Estado Islámico. Efectivamente los terroristas siempre encuentran lazos y nexo. Ya es cada vez más difícil argumentar la diferencia entre el conflicto en el norte de Irak y el que Nigeria lleva sufriendo desde hace varios años.
Ésta es una triste efeméride que no debería repetirse. Todavía no sabemos nada del paradero de más de 200 niñas que un día decidieron ser valientes e ir al colegio. La respuesta contundente que tantos pedimos no ha llegado todavía. Mientras tanto, Boko Haram sigue manipulando el futuro político del país, mantiene aterrorizada a la población civil y prolongando el calvario de sus jóvenes esclavas. Hoy, después de un año, desempolvamos el tuit rubricado con un #BringBackOurGirls.