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Inteligencia artificial y los derechos humanos: hacia la Cumbre del Futuro

Actualmente vivimos en una Cuarta Revolución Industrial que se caracteriza por una automatización total de los procesos de producción debido a la influencia de la inteligencia artificial (IA), la tecnología digital y el internet de las cosas.

La IA es comúnmente vista como una herramienta capaz de tomar decisiones completamente objetivas, libres de prejuicios y sesgos. Sin embargo, al tiempo que el uso de la IA continúa evolucionando y afectando a nuestras vidas diarias. Por ejemplo, muchos modelos de IA generativa han sido elaborados con elementos que inevitablemente se han contaminado con ideas de odio y discriminación que infectan nuestras sociedades, contenidos racistas y misóginos que reflejan numerosas percepciones erróneas, inexactitudes o simples mentiras que circulan en todas las sociedades y que fomentan el odio.

Por lo tanto, es fundamental que nos aseguremos de que su desarrollo beneficia a todo el mundo.

Situar a los derechos humanos como la base de nuestra manera de desarrollar, usar y regular la tecnología es absolutamente esencial para poder diseñar nuestra respuesta a estos nuevos desafíos de la contemporaneidad, como advirtió el Jefe de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Volker Türk, durante la quinta cumbre anual del AI for Good Global Summit, la plataforma principal de las Naciones Unidas enfocada en fomentar la IA para avanzar en áreas como la salud, el clima, el género, la prosperidad inclusiva, la infraestructura sostenible y otras prioridades para el desarrollo mundial.

En efecto, el marco de los derechos humanos, tal como ha venido desarrollándose y aplicándose durante décadas, abarca la idea de que es preciso proteger a las personas de determinados abusos que pueden ser obra tanto de los gobiernos como de otras personas, entidades privadas o empresas, y por ello constituye una base fundamental para hacer frente a las numerosas cuestiones que plantea la IA.

Desde 2011, los Principios rectores sobre las empresas y los derechos humanos, elaborados por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, representan las normas de conducta a nivel mundial que buscan prevenir y combatir las consecuencias negativas que las empresas pueden tener sobre los derechos humanos. Si bien estos contemplan la responsabilidad de las empresas de respetar los derechos humanos, esta responsabilidad no implica que los estándares estatales de Derecho internacional apliquen directamente a las empresas, por lo que recae en los Estados la obligación de implementar las medidas apropiadas para prevenir, investigar, castigar y reparar los abusos de las empresas a los derechos humanos, mediante políticas adecuadas, actividades de reglamentación y sometimiento a la justicia.

Varias han sido las iniciativas recientemente desarrolladas por parte de la comunidad internacional para hacer frente a estos retos, entre ellos se destacan el Proyecto B-Tech, que ha elaborado un conjunto de recomendaciones, instrumentos y orientaciones, preparado con la participación activa de empresas y otras entidades asociadas, sobre cómo poner en práctica los Principios Rectores para prevenir y abordar los riesgos relativos a las tecnologías digitales, y el Consejo Consultivo de Alto Nivel sobre la Inteligencia Artificial, creado recientemente por las Naciones Unidas, que ha formulado recomendaciones preliminares sobre la regulación de la IA.

Asimismo, la semana pasada las Naciones Unidas ha presentado los “Principios fundamentales para la integridad de la información”, enfatizando la necesidad de revisar especialmente los modelos de desinformación de las plataformas y de las redes sociales, que representan un “riesgo existencial” para la humanidad. Estos principios se articulan en cinco ejes fundamentales destinados a enfrentar los desafíos que surgen con la evolución tecnológica y el uso de la inteligencia artificial en la difusión de información: confianza y resiliencia social; medios de comunicación independientes, libres y pluralistas; transparencia a investigación; empoderamiento público e incentivos positivos. Y se espera que sean aplicados por las plataformas y los medios de comunicación a través de las regulaciones de los distintos gobiernos, así como en el seno de las Naciones Unidas.

En septiembre se celebrará la Cumbre del Futuro en la cual se acordará un Pacto Digital Mundial, que involucre a todas las partes interesadas: gobiernos, el sistema de las Naciones Unidas, el sector privado (incluidas las empresas tecnológicas), la sociedad civil, las organizaciones de base, instituciones académicas e individuos, incluyendo los jóvenes.