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“Delito de silencio”: el arte y la palabra como motores de cambio

El pasado 21 de noviembre se celebró la inauguración del proyecto “Delito de Silencio”, una iniciativa centrada en concienciar sobre la crisis global de los derechos humanos a través del uso del arte y la palabra, poniendo en valor ambas herramientas. Durante el evento se presentó una exposición del artista multidisciplinar Luis Cañizares, y una presentación del proyecto de la mano de Ángel Gabilondo, el Defensor del Pueblo, y María Garzón, presidenta de FIBGAR.

Tuvimos la oportunidad de participar en este evento y formar parte de una iniciativa que fomenta la reflexión profunda frente a la alarmante crisis mundial de pérdida de derechos humanos, que nos afecta a todos y a todas. Pudimos reafirmar nuestro compromiso, así como fomentar la responsabilidad para cambiar la realidad que nos envuelve.

María Garzón quiso enfatizar que la educación en derechos humanos es esencial en un contexto caracterizado por continuos conflictos y crisis humanitarias. Los conflictos de Gaza, Ucrania, Sudán o Myanmar nos presentan de manera clara la encrucijada en la que el mundo está inmerso. Violaciones masivas de derechos humanos, crímenes de guerra y de lesa humanidad, masivos desplazamientos; todos ellos agravan las situaciones previas de vulnerabilidad y exacerban la polarización internacional, la erosión de los derechos y la pérdida de confianza en las instituciones globales.

Podemos afirmar que existe un claro retroceso de los derechos de la mujeres, niñas o comunidades LGTBIQ+, un aumento de las desigualdades económicas, un empeoramiento exponencial del medioambiente, además de un desarrollo frenético de herramientas digitales que empeoran la desinformación y fomentan una vigilancia masiva que socava libertades fundamentales. De esta manera, y como no podía ser de otra, tan solo el 17% de los Objetivos de Desarrollo Sostenible están avanzando satisfactoriamente, mientras que otros se estancan o, directamente, retroceden.

En este evento quisimos recordar, una vez más, que la indiferencia es una de las mayores amenazas a los derechos humanos. Es por ello por lo que somos firmes defensores y defensoras de que la educación en derechos es esencial para cultivar el pensamiento crítico, la empatía y la solidaridad, alejándonos del individualismo feroz que acaba con nuestra humanidad. La educación debe alzarse como un pilar fundamental para prevenir conflictos, fomentar la inclusión y construir una sociedad más justa.

Aquí es donde el arte, como ese motor de cambio que ha sido a lo largo de la historia, se alza como un elemento esencial en el proceso educativo, logrando conectar con la sensibilidad de las personas y forjar valores fundamentales de nuestras sociedades.

Parafraseando a Paulo Freire, María Garzón concluyó con que la educación y el arte tienen el poder de transformar a las personas, quienes a su vez logran transformar el mundo.

Este evento es un esfuerzo más por lograr la urgente acción colectiva para blindar los derechos humanos y preservar la paz que nos asegura nuestro futuro.