Día internacional sobre la solidaridad humana: un valor universal para construir un mundo más humanitario, justo e igualitario.
“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.” Eduardo Galeano.
Todos los 20 de diciembre se celebra el Día Internacional de la Solidaridad Humana. Esto se debe a que, en el año 2005, la Asamblea General de las Naciones Unidas en su Resolución 60/209 declaró la creación de esta efeméride.
En cuanto a la definición de la palabra “solidaridad”, creo oportuno destacar los conceptos desarrollados por el jurista Jorge Carpizo en su libro “Los derechos humanos de solidaridad”. Allí el autor identifica el conjunto de derechos que conforman los derechos de solidaridad, es decir, expone un concepto integral de la solidaridad que incluye: a) derecho a la paz; b) derecho al desarrollo; c) derecho a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado; d) derecho a la preservación de los recursos naturales; e) derecho al agua, y f) derecho a beneficiarse del patrimonio común de la humanidad.
Respecto a los antecedentes de la Resolución 60/209, en primer lugar, podemos resaltar la Declaración del Milenio pronunciada por la Asamblea General en el año 2000, en donde se identifica a la solidaridad como uno de los valores fundamentales para las relaciones internacionales en el siglo XXI, y especifica que “…los problemas mundiales deben abordarse de manera tal que los costos y las cargas se distribuyan con justicia, conforme a los principios fundamentales de la equidad y la justicia social. Los que sufren, o los que menos se benefician, merecen la ayuda de los más beneficiados”.
Luego, como segundo antecedente, en el año 2002 la Asamblea General creó el Fondo Mundial de Solidaridad con el objetivo de erradicar la pobreza y promover el desarrollo humano y social en los países menos industrializados. A tal fin, invitó a los Estados Miembros, las organizaciones internacionales, el sector privado, las instituciones competentes, las fundaciones y los particulares a que aporten contribuciones voluntarias.
A partir de estos avances, la Asamblea General dictó la Resolución 60/209, que tuvo como objetivo promover la solidaridad como un valor fundamental y universal en el que deberían basarse las relaciones entre los pueblos, como así también, planteó que la erradicación de la pobreza es el mayor desafío al que hace frente el mundo en la actualidad, y que es una condición indispensable para garantizar un desarrollo sostenible.
También en el año 2005, el predecesor del Consejo de Derechos Humanos y la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, a través de la Resolución 2005/55, crearon la figura de Experto Independiente sobre los derechos humanos y la solidaridad internacional, encargado de establecer directrices, criterios, normas y principios para fomentar y proteger los derechos estrechamente vinculados con el valor fundamental de la solidaridad. A su vez, esta figura también elabora informes relacionados con estos temas. De hecho, en el último de ellos, publicado en julio de este mismo año, el Experto Obiora Chinedu Okafor, realizó una sinopsis de las actividades llevadas a cabo durante su mandato, subrayó la necesidad de revisar el proyecto de declaración existente sobre el derecho a la solidaridad internacional, y expuso la necesidad de que el Consejo y la Asamblea adopten o aprueben el proyecto de declaración.
Tal como plantea la ONU, el Día Internacional de la Solidaridad Humana es un día para celebrar nuestra unidad en la diversidad, para recordar a los gobiernos que deben respetar sus compromisos con los acuerdos internacionales, para sensibilizar al público sobre la importancia de la solidaridad, para fomentar el debate sobre las maneras de promover la solidaridad para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y para actuar y buscar nuevas iniciativas para la erradicación de la pobreza.
A su vez, a través de sus instituciones, busca fomentar la solidaridad internacional. Un ejemplo es la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), que, además de dedicarse a salvar vidas, salvaguardar derechos y construir un mejor futuro para las personas que se ven obligadas a abandonar sus hogares debido a conflictos y persecuciones, promueve la solidaridad e inclusión de las personas refugiadas.
Nuestro contexto actual nos exige un fuerte compromiso con la solidaridad internacional. A partir de pequeños gestos podemos contrarrestar discursos de odio y discriminación, generar conciencia sobre la violencia que generan los conflictos armados y, sobre todo, respetarnos mutuamente sin distinción alguna.
Belén Ravarini, colaboradora de FIBGAR.