El compromiso con las mujeres rurales: una lucha constante rumbo a la Agenda 2030
Cada 15 de octubre, desde el año 2007, se conmemora la labor de las mujeres rurales, e indígenas, alrededor del mundo. Bajo la iniciativa de Naciones Unidas, en la Resolución 62/136, aprobada el 18 de diciembre de 2007, se reconoció la importancia de las mujeres que viven en las zonas rurales, a fin de que se pueda trabajar en la mejora de su situación. Teniendo en cuenta que las mujeres de por sí forman parte de un grupo vulnerable, el hecho de pertenecer al contexto rural, las coloca en una posición con diferencias que merecen ser resaltadas a fin de que sean atendidas. Como, por ejemplo, salarios más bajos, falta de reconocimiento como autoridad en su entorno, deficiencia sanitaria, falta de acceso al agua potable, víctimas de matrimonio infantil, entre otros. Es por ello, que resulta una prioridad el empoderamiento socioeconómico de las mujeres rurales mediante la creación de programas para buscar una igualdad, no solo con sus pares masculinos, sino que también con las mujeres urbanas.
Por otro lado, no todo forma parte de un espectro negativo. La labor que realizan las mujeres rurales es más que resaltante. Para empezar, son las encargadas del trabajo de la tierra, vinculado con la seguridad alimentaria de sus comunidades; además, se ocupan de la preservación de la biodiversidad de sus zonas de trabajo y vivienda, así como también del desarrollo y la pervivencia de las prácticas agroecológicas que se han mantenido de generación en generación, teniendo una gran participación en términos de soberanía alimentaria.
No se puede olvidar, tampoco, el vínculo que existe con las mujeres rurales y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Por eso, desarrollaremos el nexo que existe entre ellas y cada objetivo, a continuación. En cuanto al Objetivo 1, vinculado al fin de la pobreza, aproximadamente el 80% de la población en situación de pobreza extrema vive en zonas rurales; sin embargo, el valor de las mujeres como agentes de erradicación de la pobreza, anexado al desarrollo agrícola y rural sostenible ha implicado un cambio, pese a la existencia de desigualdades que merecen la pena aún ser reformadas. El Objetivo 2, de hambre cero, es probablemente uno de los más resaltantes en cuanto a las mujeres rurales, por su participación en la soberanía y seguridad alimentaria; además, son grandes productoras de alimentos a pequeña escala, lo cual las configura como proveedoras de alimentos, siendo fundamental su participación en el suministro de estos.
En el Objetivo 3, salud y bienestar, encontramos la gran deficiencia que existe para las mujeres rurales con respecto a las mujeres urbanas; incluyéndose todos los aspectos de la salud, tanto el acceso a los servicios, como también salud sexual y reproductiva. En 2021, aproximadamente el 73% de los nacimientos entre madres rurales fueron atendidos por personal calificado de la salud; a diferencia de un 92% de madres urbanas, notándose que aún existe distinción entre estos dos grupos de mujeres. Con respecto al Objetivo 4, educación de calidad, se debe tomar en cuenta que, entre los adultos, las mujeres siguen teniendo más probabilidades de ser analfabetas que los hombres, encontrándose más rezagadas en las zonas rurales. Lo cual nos muestra que muchas de ellas ni siquiera terminan la educación secundaria, siendo un grave problema para el empoderamiento de la mujer y la toma de decisiones a futuro en todo aspecto; especialmente, dentro de su comunidad.
Con respecto al Objetivo 5, igualdad de género, este es uno de los principales, toda vez que no existe igualdad con su par masculino; inclinándose el desarrollo de este objetivo a la eliminación de todo tipo de discriminación, y de la violencia contra las mujeres y las niñas rurales, en todo espacio de su vida. En cuanto al Objetivo 6, agua limpia y saneamiento, es importante que los respectivos Estados inviertan en agua potable y saneamiento para las zonas rurales a fin de evitar epidemias que puedan perjudicar a sus habitantes. En el caso de las mujeres, es mucho más complicado, debido a que, a menudo, son ellas las responsables de ir a buscar agua en estas áreas. El Objetivo 7, energía asequible y no contaminante, tiene un doble parámetro con respecto a las mujeres; primero, son conocidas como importantes agentes de cambio en cuanto a la energía sostenible; sin embargo, también son las responsables de recoger biomasa y emplearla para esta producción, lo cual implica riesgos para su salud, por lo que se necesita intervención estatal para el desarrollo de la energía solar u otras fuentes de energías sostenibles a bajo costo que ellas puedan emplear. En cuanto al Objetivo 8, trabajo decente y crecimiento económico, se debe tener en cuenta que la agricultura es el sector de empleo más importante para las mujeres que habitan zonas rurales, siendo parte de la economía informal, con nulos derechos laborales y mayor posibilidad de explotación. Dentro del Objetivo 9, industria, innovación e infraestructuras, las mujeres deberían tener más ayuda e incentivos por parte de sus respectivos países a fin de que puedan formar parte de industrias culturales y creativas; buscándose, además, que se diversifique y se aumente su productividad, según la rama de la agricultura que se encuentren desarrollando.
En cuanto al Objetivo 10, reducción de las desigualdades, es trascendental resaltar las grandes barreras a las que se enfrentan las mujeres y niñas que viven en zonas rurales, por lo que se necesitan medidas concisas para que puedan salir de su situación de pobreza, garantizándose el ejercicio de sus derechos. El Objetivo 11, ciudades y comunidades sostenibles, estaría vinculado con el Objetivo 12, producción y consumo sostenible; así como también, con el Objetivo 13, acción por el clima, toda vez que el modo de vida de las mujeres rurales implica una lucha constante contra el cambio climático, y sus prácticas son, en su mayoría, responsables con el ambiente y sus comunidades.
Tanto el Objetivo 14, vida submarina, así como el Objetivo 15, vida de ecosistemas terrestres; estarían ligados al respeto por la tierra y sus habitantes que estas mujeres practican. Tanto con la pesca artesanal, como con el acceso a recursos terrestres, forestales, hídricos o marinos. Finalmente, el Objetivo 16, paz, justicia e instituciones sólidas; y, el Objetivo 17, alianzas para lograr los objetivos, implicaría una intervención directa del Estado donde se garantice la resolución de conflictos entre las zonas rurales de manera justa, tal como serían los casos de violencia doméstica que, lamentablemente, muchas mujeres rurales padecen. Asimismo, se requiere una mejora en las alianzas mundiales, para que cada organismo pueda brindar su respectiva ayuda a esta población en específico.
Del análisis de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y su vinculación con las mujeres rurales, podemos decir que, sin duda, su contribución es abundante, así como también su grado de vulnerabilidad, por lo que este día lleva a la reflexión para poder mejorar su estado.
Lessa Verushka Saer Lopez, colaboradora de FIBGAR.