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El día después

Querido amigo:

Estoy encantada de que ayer me felicitaras por ser el Día de la Mujer. Tus palabras de apoyo, tus mensajes, tu respeto por mi ejercido derecho a huelga me llena de alegría y me hace pensar que algo está cambiando. Pero hoy es el día después del 8M, de la gran huelga feminista. Hoy, después de ver cómo ayer paramos el mundo, siento que he de decirte varias cosas.

Esto del feminismo es algo más. Las palabras, las proclamas y los mensajes de apoyo son necesarios, pero no traen cambios por sí mismos. Son los hechos los que provocan transformaciones.

Lo que cuenta es el día a día. Lo que cuenta es que si tienes una compañera en el trabajo no te tomes la libertad de hacerle comentarios sobre su ropa, su aspecto físico o su estado de ánimo; lo que cuenta es que no te apropies de sus ideas; lo que cuenta es que no le vayas explicando cada cosa como si de una niña se tratase; lo que cuenta es que, si esa mujer es tu jefa, respetes su autoridad; lo que cuenta es que si has dado un puesto de dirección a una mujer, no la desautorices frente a sus compañeros cada vez que te sientas intimidado; lo que cuenta es que no convoques reuniones a última hora de la tarde porque no eres capaz de entender (y respetar) que hay personas que quieren conciliar; lo que cuenta es que cuando tus colegas te mandan un chiste o foto machista seas capaz de decirles que eso no está bien, que ese tipo de ‘gracias’ no van contigo; lo que cuenta es que no nos piropees por la calle, o que casi te rompas el cuello para hacernos un buen repaso siguiendo ese instinto varonil que tanto te cuesta controlar; lo que cuenta, amigo, es que cuando llegues a casa agotado, no te tires en el sillón, esperando que tu pareja haya preparado la cena; lo que cuenta es que no lo excuses todo con un «es que me han educado así«. Muchas de nosotras también recibimos ese tipo de educación, pero trabajamos en reeducarnos día a día.

Cuenta que te corresponsabilices cuando tengas un hijo o una hija porque amigo, también son tuyos; también cuenta que expliques a tu hijo desde el principio que «No es No», que los dejes ser, que no los coartes, que no les digas que hay cosas de chicos o de chicas, porque no es verdad, es un bulo del patriarcado; que denuncies cada acto machista que veas; pero sobre todo, que hagas un examen interno, honesto, en el que revises qué patrones machistas hay en ti y los corrijas. Porque por desgracia, en la sociedad en que vivimos, las taras machistas nos vienen a todas y todos de serie. Solo la toma de conciencia nos hará cambiarlas. Por eso cuenta sobre todo tu empatía, que logres dejar a un lado tu ego y entiendas que estamos aquí para hacer efectivos los derechos inherentes al ser humano, concepto que no distingue entre mujeres y hombres.

Amigo que te tildas de «feminista», ¡me alegro tanto de que tú sí quieras que te etiqueten! Pero sólo me falta una cosa, que entiendas que el camino se hace andando, desde hoy, el día después, mañana, en cada momento. De verdad, gracias por unirte a nuestra lucha, la lucha de las mujeres, una lucha de hechos, no de palabras, toma nota.

Porque amigo, eres necesario. Sólo con vosotros como aliados conseguiremos la coexistencia y convivencia en igualdad, daremos muestra de la evolución más imprescindible de nuestra sociedad, la que deje atrás el machismo. Después de pararlo todo, ¡sigamos avanzando!

María Garzón, Directora de Fibgar
Este artículo ha sido publicado en el diario digital Nueva Tribuna: El día después, en Nueva Tribuna