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El horror de Ruanda

Hoy, 7 de abril, se conmemora el Día Internacional de Reflexión sobre el Genocidio de 1994 contra los Tutsis en Ruanda, tal y como estableció Naciones Unidas en el año 2004.

El motivo de esta celebración no es solo homenajear a todos los hombres, mujeres y niños que fueron víctimas de este genocidio, sino, además, recordar los hechos de esta masacre para evitar que se repitan circunstancias similares en el futuro.

La fecha elegida señala el día que comenzó el genocidio de la minoría Tutsi por parte del gobierno extremista Hutu, el cual en menos de cien días había terminado con la vida de más de un millón de ciudadanos. Además, no solo asesinaban de manera sistemática a todos los Tutsis, sino que también se asesinó a los Hutus moderados y a cualquier persona que mostrase abiertamente su oposición ante la masacre.

Este trágico final venía precedido por años de rencor, barbarie y violencia sistemática entre las dos etnias que habitaban Ruanda, que acostumbraban a enfrentarse abiertamente en diferentes discursos de odio, mediante los que el Gobierno deshumanizaba y presentaba a la población Tutsi como el único y verdadero enemigo de la nación.

Llegados a este punto, el resto de los países consideró necesario rebajar el nivel del conflicto, por lo que la presión internacional dio lugar a que se firmasen los Acuerdos de Arusha, en los que el Gobierno se comprometía a permitir la reintegración social en Ruanda de todos los exiliados Tutsi y a crear una asamblea nacional que representara a toda la población.

Aunque parecía haberse apaciguado con estos acuerdos la relación entre ambas etnias, pocos años después se llevaba a cabo el ataque, derribo y consecuente asesinato del presidente ruandés, Juvénal Habyarimana, lo que incentivó el terror y la violencia tribal en el país.

A pesar de que nunca se averiguó quienes fueron los responsables de este asesinato, ni a que etnia pertenecían, la respuesta de la población Hutu no se hizo esperar. Se preparó, costeó y ejecutó entonces el genocidio de Ruanda.

Si bien actualmente no se conoce la magnitud exacta de esta masacre, se calcula que hubo entre 800.000 y un millón de víctimas, lo que representaba el quince por ciento de la población, sin hablar de los más de dos millones de refugiados que tuvieron que buscar asilo en otros países.

Sin duda se trató de un evento macabro, que ha dejado imágenes para la historia tan dantescas y devastadoras como difíciles de olvidar.

Sin embargo, la respuesta legal internacional fue constituir el Tribunal Penal Internacional de Naciones Unidas para Ruanda, cuyo cometido durante dieciocho años fue dar respuesta judicial al mayor número de casos posibles y fomentar así el proceso de reconciliación.

La reflexión que se invita a hacer este día en memoria de todas las víctimas que fueron perseguidas, torturadas, violadas y asesinadas, está enfocada también a recapacitar sobre el papel que la comunidad internacional tiene en este tipo de sucesos. La lentitud e incompetencia con la que se respondió entonces ante esta situación supuso la imposibilidad de frenar estas acciones. 

Actualmente, el análisis histórico nos permite mantener vivo el recuerdo de aquellos que sufrieron esta barbarie y dignificar así a las victimas, además de trabajar de manera conjunta a nivel internacional para que un conflicto de esta naturaleza no se repita jamás.

Isabela López De Castro, colaboradora de FIBGAR