“En Portada”, de RTVE, analiza junto a FIBGAR el ecocidio como nuevo delito en el Derecho Penal Internacional
“Un daño grave, la destrucción o la desaparición de ecosistemas en un territorio concreto hasta tal punto que los habitantes de ese territorio no puedan gozar y no puedan disfrutar de ese ecosistema de manera pacífica”. Esto es lo que supone el crimen de ecocidio, un delito “que afecta a toda la humanidad en su conjunto” y que actualmente se está abriendo camino en el Derecho Penal Internacional.
El programa “En Portada” de RTVE viajó hasta Indonesia para mostrar las consecuencias del cultivo de palma aceitera, la causa principal de la deforestación en el país. En 2015 las llamas devoraron 1,7 millones de hectáreas de bosque, y la mitad de los incendios se produjo en turberas, que desprenden diez veces más CO2 que los incendios forestales. En 4 meses, Indonesia ha generado el 15% de las emisiones en CO2 de todo el planeta y es uno de los países que más contribuyen al calentamiento global.
El reportaje cuenta con la experiencia de Manuel Vergara, abogado de la Fundación Internacional Baltasar Garzón (FIBGAR), que visitó Indonesia para analizar si estos incendios que se repiten cada año podrían constituir un ecocidio, una nueva tipología de delito que se está abriendo camino en el Derecho Penal Internacional.
Manuel explica a RTVE cómo “el ecocidio no es solo un problema nacional sino que tiene una perspectiva internacional. Afecta a la atmósfera no sólo de un Estado sino a la de otros estados y a sus propios ciudadanos”. Y en este sentido, el de Indonesia es un caso paradigmático, “porque afecta a la población local, a la fauna, a la flora, a la tierra, a la atmósfera, incluso tiene un efecto transfronterizo al afectar a la vida y la salud de ciudadanos de otros estados del Sudeste Asiático”.
En la actualidad, varias asociaciones de ecologistas y de Derechos Humanos investigan el que se considera “el peor desastre natural de 2015”.
La deforestación, un ecocidio
Pero ¿quién es el responsable? “Existen una serie de multinacionales con sedes en Europa o en Norteamérica que se benefician de una larguísima cadena de proveedores, que dificulta muchísimo dirimir y depurar responsabilidades, en este caso pernales”, asegura Manuel.
La solución pasa por encontrar un equilibrio, señala el reportaje: “una agricultura variada que respete el entorno natural y los Derechos Humanos”, y que a su vez esté controlada de cerca por las autoridades del país, por una certificación que garantice su sostenibilidad y por la presión internacional de un consumo responsable.
En paralelo, la vía legal del ecocidio tiene aún un largo camino por recorrer. “Mientras, Indonesia se debate entre la conservación de su entorno natural y el negocio del aceite de palma, la grasa vegetal más barata, pero que supone un alto precio para el planeta y la humanidad”, concluye el reportaje.