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— Entrevista a Sandra Selimovic

¿Quién eres? ¿Y por qué te consideras feminista?

Soy actriz, directora y cantante romaní. En 2010, fundé Romano Svato, la primera asociación feminista y profesional de teatro romaní, junto con mi hermana, con quien también tengo una banda de rap llamada Mindj Panther.

Me defino como feminista, creo, por la vida que he elegido vivir.

Crecí en una familia muy tradicional y patriarcal, pero supe muy pronto que no quería depender de un hombre. Quería vivir mi propia vida y convertirme en actriz.

Mis padres pensaban lo contrario, y querían que me casara y tuviera hijos. Aunque mis padres desaprobaron firmemente mi forma de vida, para mí, estaba muy claro que no quería seguir el camino tradicional y cumplir ese papel.

Entonces, lo que trato de hacer con mi trabajo, especialmente con los jóvenes, es exactamente alentarlos a escuchar sus deseos en lugar de cumplir con las expectativas de su familia, porque es muy difícil estar solo. Creo que hubiera sido diferente para mí si entonces alguien me hubiera apoyado y me hubiera dicho que la forma en que pensaba era perfectamente normal.

La situación del feminismo es distinta en cada parte del mundo a pesar de tener un denominador común, ¿qué elementos generan esa diferenciación?

En mi opinión, lo que marca la diferencia es principalmente el entorno, el contexto social, porque establece las prioridades e influye en el tipo de lucha que se necesita.

Al final, cada sociedad lucha su propia batalla personal.

Según tu experiencia, ¿Cuáles son los grandes retos del feminismo de hoy? ¿Y las aportaciones que labores activistas como la tuya dan a tu comunidad?

Para mí, hoy en día hay dos desafíos principales.

El primero es la interseccionalidad y, por lo tanto, comprender que no hay una experiencia única de lo que significa ser mujer.

Como mujer, se enfrenta mucha discriminación, pero la situación empeora cuando se sobreponen otras capas de discriminación. En estos casos, los diferentes prejuicios se unen y se amplifican de diferentes maneras. Solo piense en la situación de una mujer, que también es negra y tal vez parte de la comunidad LGBTI, aquella mujer enfrenta a diferentes tipos de intolerancia.

El segundo desafío que veo es desarrollar y aplicar soluciones prácticas para apoyar a las niñas.

Tomemos el ejemplo de la violencia doméstica. Puedes cambiar la ley, pero luego tienes que darles a esas chicas una alternativa, no puedes simplemente decirles que tienen que huir de esas situaciones. En cambio, es esencial trabajar más en educación, especialmente en educación sexual.

Con mi obra de teatro “Roma Armee”, que trata sobre el aumento del nacionalismo, la xenofobia y el racismo, y otras obras políticas, lo que intento hacer es utilizar el arte del teatro para dar voz y visibilidad a quienes no lo tienen, especialmente a los inmigrantes y los romaníes.

¿De qué manera se cruza la identidad étnica con la identidad sexual?

Van juntos, seguro, porque son parte del mismo cuadro. No se pueden separar las diferentes capas de discriminación.

Tomemos el caso de las mujeres romaníes. Con frecuencia se erotizan, y esta otra capa de discriminación hace que las cosas sean más explosivas.

¿Cuáles son las lecciones que podemos aprender del feminismo romaní?

Yo diría que la alta resistencia. Las mujeres romaníes tienen una gran resistencia contra el patriarcado.
Se enfrentan a diferentes discriminaciones opresivas en muchos niveles. No tienen aliados y han aprendido a usar sus cuerpos que siempre han estado erotizados, como por ejemplo levantarse la falda como reacción contra el acoso de las personas gadje (personas blancas no romaníes) para provocarlos y humillarlos.

En pocas palabras, las mujeres romaníes aprenden de estas experiencias y crean su propia narrativa.

¿Quieres añadir algo más?

Solo dos cosas: sé compasiva contigo misma y con otras mujeres y recuerda que tod@s somos diferentes.
La mayoría de las mujeres han asumido tanto que tienen que cumplir el rol tradicional, el rol que otros han elegido para ellas, que se olvidan de sus propios deseos y expectativas. Para esto, nosotras, las mujeres, debemos tener más compasión con nosotras mismas.
Y también, entre nosotras mismas, porque a veces las mujeres se desgarran unas a otras, pero tenemos que cambiarlo. El mundo necesita una hermandad unida contra el sistema patriarcal e inclusiva y solidaria con todos los diferentes matices que significan ser mujer.

Photo Credit: Rosmarin Frauendorfer