Héroes anónimos
Alazne Irigoyen Domínguez. FIBGAR
Madrid, 19 de agosto de 2015. El día 19 de agosto se celebra el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria. El año pasado, ese día, varios reporteros preguntaron en las calles de Nueva York qué era un “humanitario” y recibieron respuestas como estas: «¿es un ciudadano del mundo o algo así?»; «un humanitario es alguien que ve más allá de las razas y las religiones», «significa ser buenos con los demás y respetar sus derechos»; «alguien que verdaderamente quiere ayudar», «quieren hacer un mundo mejor ¿no?»; «alguien que piensa en la Humanidad y en la supervivencia de la raza», «es alguien altruista y preocupado por el bienestar de los demás», «significa amar a la Humanidad», entre otras.
Quizá todas estas afirmaciones tengan algo de cierto, pero intentemos precisar algo más el concepto. ¿Qué es la asistencia humanitaria y quiénes son las personas que trabajan en este ámbito? La asistencia humanitaria se refiere a las diversas acciones encaminadas a ayudar a las víctimas de crisis o situaciones de riesgo como los desastres naturales y los conflictos armados. Se diferencia de la Cooperación al desarrollo en general por su carácter de urgencia. La Asamblea General de las Naciones Unidas decidió designar el 19 de agosto Día Mundial de la Asistencia Humanitaria para contribuir a que el público cobre mayor conciencia de estas actividades de auxilio y su importancia, así como para rendir homenaje a todos quienes desarrollan su actividad profesional en este campo, incluido el personal de las Naciones Unidas y el asociado, tal y como indica en su Resolución 63/139.
La historia del establecimiento de este día viene así relatada en la página web que Naciones Unidas puso en marcha para conmemorar esta importante efeméride. En ella se recopilan una serie de relatos de gente anónima que se entregan a los demás con una vocación humanitaria. Una iniciativa de este carácter ayuda a acercar la triste realidad que otras regiones padecen al resto de la comunidad internacional y la ciudadanía.
Profesionales esenciales
Son muchas las personas que trabajan en la asistencia humanitaria y lo hacen desde diferentes áreas. Médicos y enfermeros atienden a las víctimas de conflictos armados, a los enfermos en epidemias, a las poblaciones que se encuentran en una situación de insuficiencia o precariedad sanitaria debido a desastres naturales, entre otras. Por ejemplo, encontramos el caso de Mahmoud Deeb Daher, un enfermero que trabaja en los territorios palestinos ocupados, que afirma que «en Gaza necesitamos protección urgente para los civiles que han quedado atrapados en una situación violenta. Cada día más y más civiles, sobre todo niños, vienen a los hospitales con heridas muy graves».
En el campo de la educación, hallamos trabajadores como Bhoj Raj Khanal, quien se encarga de organizar la escuela en un campamento de refugiados de Myanmar. Los conflictos intercomunitarios entre musulmanes y budistas han dejado ya más de 100.000 desplazados en este país. Este trabajador cuenta su experiencia al repartir los kits de estudiante (un lápiz y un cuaderno de ejercicios) entre los niños del campo: «Estos materiales devolvieron las sonrisas a los niños. Les motivó enormemente a venir a la escuela y a estudiar. Una de las estudiantes de la escuela primaria me dijo que iba a escribir hasta que no quedaran más páginas en blanco en los libros de ejercicios».
La labor que realizan estos voluntarios y trabajadores es inconmensurable. Muchos de ellos arriesgan su vida día tras día. Según Valerie Amos, la responsable de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, más de un tercio de los trabajadores de este campo fueron víctimas de ataques dirigidos o fuego cruzado mientras ayudaban a los necesitados. Por ello, este día es un reconocimiento internacional al enorme valor del trabajo de todos estos héroes anónimos.
Puede que muchos de nosotros veamos estas situaciones muy lejanas a nuestra realidad. Sin embargo, en España también hemos vivido situaciones graves en las cuales hemos necesitado el apoyo de muchas personas de manera urgente. En los atentados del 11-M en Atocha, que se cobraron 190 vidas, fueron más de mil los voluntarios que trabajaron asistiendo a los heridos y en otras labores necesarias. Otro ejemplo es el del terremoto acaecido en Lorca en 2011, adonde acudieron numerosos voluntarios para asistir a los heridos y rescatar a todas aquellas personas que quedaron atrapadas entre los escombros.
La labor humanitaria es imprescindible para proteger a los que más lo necesitan ante situaciones críticas. Reconocer la valentía, solidaridad y esfuerzo de los que dedican su vida o parte de su tiempo a auxiliar a los demás es lo mínimo que podemos hacer. No son famosos, no son grandes políticos ni líderes mundiales, pero son los héroes que necesitamos.