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La industria 4.0 y el futuro de las infraestructuras

Industria, innovación e infraestructuras es el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 9 de la Agenda 2030, configurado con el fin de asegurar la industrialización inclusiva y sostenible, así como la innovación y la infraestructura, buscando fomentar las fuerzas económicas dinámicas y competitivas, pues son las que verdaderamente generan el empleo y los ingresos.

Estas infraestructuras desempeñan un papel clave a la hora de introducir y promover nuevas tecnologías, facilitar el comercio internacional y permitir el uso eficiente de los recursos de los que disponemos como sociedad. No obstante, aún se trata de un ámbito en el que los Estados tienen que trabajar para aprovechar con eficiencia su potencial, especialmente en los países menos desarrollados.

Si bien la pandemia ha afectado gravemente al sector industrial, lo que está provocando importantes alteraciones en las cadenas de valor y de suministro de productos, lo cierto es que, incluso antes de la aparición del COVID-19, este sector había disminuido su productividad a nivel mundial.

Por otro lado, la innovación y el progreso tecnológico en el desarrollo de nuevas infraestructuras resulta vital a la hora de proporcionar a los países soluciones duraderas para las cuestiones medioambientales y económicas a las que se enfrentan en la actualidad.

Además, el desarrollo de infraestructuras sostenibles, fiables y de calidad es un estimulo importante para los Estados en la recuperación económica, la creación de empleo y la mejora de la calidad de vida de manera responsable con el medioambiente.

Lograr un modelo económico y social competitivo, donde exista una verdadera cohesión social e igualdad de oportunidades, supone que debe primar la innovación, para lo que se debe disponer de una red de infraestructuras sostenibles y adecuadas.

Este objetivo se enfoca además en la creación de empleo, así como en aumentar el producto interior bruto, para lo que es necesario afrontar grandes desafíos, como acelerar el progreso tecnológico en curso, emplear innovaciones disruptivas y cambiar los sistemas económicos de los países hacia una economía descarbonizada, circular y sustentada en las energías renovables. 

En este sentido, los sectores industriales tienen el reto de cambiar hacia una metodología que sea cada vez más sostenible e inclusiva, con la consecuente transformación digital, enfocándose así hacia una industria 4.0.

Por ello, los países se han comprometido en la Agenda 2030 a cumplir ciertas metas que faciliten incrementar su desarrollo mediante la mejoría de la industria, la innovación y las infraestructuras.

Las metas, algunas de ellas aún pendientes de lograrse, son fundamentales para establecer un desarrollo sostenible a nivel global, por lo que, una vez se supere la crisis sanitaria actual, los gobiernos deberán invertir, más que nunca, en este sector.

Por otro lado, las empresas deben implementar técnicas de responsabilidad empresarial, enfocadas en lograr y colaborar con los ODS, tales como introducir la innovación como parte de la cultura empresarial o transformar los productos, las instalaciones, los servicios, los procesos productivos y la gestión interna para que concuerden con los criterios de sostenibilidad.

La relación que existe entre la responsabilidad corporativa y los derechos fundamentales es tal que ha llevado al empresario a introducir un cambio de paradigma en el enfoque de sus negocios, buscando contribuir con el bienestar de sus empleados y comprometerse a acabar con los abusos, haciendo parte activa de esto a todos los miembros de la empresa.

Además, son muchas las herramientas que tienen las empresas a su disposición para guiar sus contribuciones a participar en los ODS, pero más concretamente con el objetivo que nos ocupa, como la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, agencia especializada de las Naciones Unidas para promover el desarrollo industrial, la reducción de la pobreza, la globalización inclusiva y la sostenibilidad ambiental.

Una de las cosas que ha hecho palpable la pandemia es la urgencia en cuanto a la necesidad de crear infraestructuras resilientes, pues muchas de las que existen actualmente en diferentes países siguen siendo inadecuadas e insuficientes.

Si bien hay países que han experimentado un rápido y llamativo crecimiento económico dispar con su evolución en infraestructuras, lo cierto es que una cosa va ligada con la otra, e invertir en industria, innovación e infraestructuras es invertir en un desarrollo social y económico de manera sostenible, en definitiva, es invertir en un futuro de mayores oportunidades e igualdades sociales.

Isabela López De Castro, colaboradora de FIBGAR