La infancia en el horror de la guerra
Actualmente se calcula que pueden existir hasta 300.000 niños y niñas que están siendo reclutados y utilizados en conflictos armados (siempre decididos y desencadenados por los adultos).
La mayoría de estos menores de edad participan directamente en las hostilidades, como soldados en primera línea o como parte de ataques suicidas. Otros son cocineros, mensajeros o espías y las niñas se convierten habitualmente en esclavas sexuales. En todos los casos son testigos forzosos de situaciones de horror extremo que siegan su infancia de raíz y, asimismo, son víctimas de atrocidades que vulneran gravemente sus derechos humanos con consecuencias devastadoras y secuelas permanentes que, en muchos casos, lastrarán sus vidas.
En un día tan importante como es el 12 de febrero, Día internacional contra el Uso de Niños Soldado, es necesario dar a conocer y poner en valor los grandes esfuerzos globales que se están llevando a cabo para erradicar la explotación de los niños por grupos armados.
En 1989 la comunidad internacional se comprometió a reconocer y proteger a los menores como sujetos de derechos a través de la adopción de la Convención sobre los Derechos del Niño. Algunos años más tarde, en 2002, fue adoptado el Protocolo Adicional de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de niños en conflictos armados, que prohíbe todo reclutamiento, voluntario u obligatorio, de niños menores de 18 años por fuerzas armadas o grupos armados.
Por su parte, el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional es el primer tratado internacional en tipificar como crimen de guerra el reclutamiento o el alistamiento de niños menores de 15 años o el hecho de obligarlos a participar activamente en las hostilidades.
Fue por este crimen que la Corte Penal Internacional condenó en su primera sentencia al llamado “señor de la guerra”, el congolés Thomas Lubanga Dyilo. Con este caso la Corte sentó un precedente de gran alcance, enviando un mensaje claro a todos los grupos armados al reafirmar que la explotación de los niños y su utilización en conflictos armados es un crimen internacional que no será tolerado.
La otra cara de la moneda está, sin embargo, en que los niños soldado pueden acabar siendo a su vez responsables de crímenes internacionales, como en el caso del ugandés Dominic Ongwen, el niño soldado que tiempo después se convirtió en un temido líder del grupo rebelde y que recientemente ha sido condenado por la Corte por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad.
A pesar de los progresos alcanzados en el campo del derecho internacional y del compromiso continuo de las organizaciones no gubernamentales, lamentablemente aún no se ha logrado terminar con esta barbarie, que sigue siendo habitual en muchas regiones, entre las que se encuentran la República Democrática del Congo (RDC), Uganda o Colombia.
Poner fin a esta explotación de niñas y niños exige un esfuerzo general de toda la comunidad internacional, sobre todo de parte de aquellos Estados que aún no han ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño, el Protocolo Adicional y el Estatuto de Roma, ya que para sacar a los menores de la línea de fuego necesitamos que los instrumentos jurídicos de protección de la infancia tengan validez universal.
Isabela López De Castro, colaboradora. Alessia Schiavon, Departamento Legal. FIBGAR