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La justicia social: la base para una sociedad igualitaria.

Hoy, 20 de febrero, se celebra el Día Mundial de la Justicia Social. Día que se viene conmemorando desde 2007, cuando Naciones Unidas lo proclamó para reafirmar los valores que ayudan a promover la prosperidad mundial.

Desde dicho año, se han realizado diferentes actos y protestas en contra de las políticas que permiten recortar en derechos y generar o aumentar las fracturas sociales, poniendo así en un constante jaque a la justicia social.

Por su parte, este concepto solo puede definirse a partir del hecho concreto de la injusticia social, que hace obvia la necesidad de instalar de manera permanente la igualdad de oportunidades y los derechos humanos, especialmente los derechos económicos, sociales y culturales, también conocidos como derechos de segunda generación, Aunque bien sabemos que todos los derechos humanos tienen el mismo valor por emanar del mismo concepto de dignidad de la persona humana, que nos obliga a ir más allá de la tradicional,  y siempre necesaria pero no suficiente, justicia legal.

Aunque la decisión de promover o negar la justicia social está en manos de las personas, desde la perspectiva más individualista hasta la más globalizada, hay ciertos aspectos estructurales que son clave y favorecen situaciones de total inequidad, como son el conflicto, la pobreza o la discriminación. Lacras sociales contra las que luchamos a diario.

Si bien hay ejemplos que reflejan el compromiso que existe a nivel internacional para garantizar los resultados de igualdad, como es el caso de la Declaración de la Organización Internacional del Trabajo sobre la justicia social para una globalización equitativa, las palabras no son nada si no están seguidas de acciones que favorezcan el cambio.  Acciones como las establecidas en la Agenda 2030, en la que se han fijado ciertas metas y objetivos entre los que esta cuestión no podía pasar desapercibida.

Si bien a lo largo de los diecisiete objetivos que conforman la totalidad de esta Agenda subyace la imperiosa necesidad de lograr una sociedad internacional libre de injusticias, el más específicamente enfocado a perseguir la justicia social es el penúltimo de ellos: Objetivo 16. Paz, justicia e instituciones sólidas.

Tal y como señala este objetivo, todos deberíamos enfocarnos y esforzarnos en “promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y todas y construir a todos los niveles instituciones eficaces e inclusivas que rindan cuentas.”

En la actualidad nos encontramos atravesando un momento social tan crucial que parecemos ser cada vez más conscientes de la importancia de la cooperación y la integración en la sociedad, así como de la necesidad de cerrar la brecha de desigualdades entre ciudadanos y países, pues, como bien señala la Asamblea General de Naciones Unidas, el desarrollo social y la justicia social son indispensables para la consecución y el mantenimiento de la paz y la seguridad en las naciones, y entre ellas.

En este momento de inflexión en la historia de la humanidad debemos seguir concienciando sobre la importancia de acabar con la desigualdad y trabajando para conseguir un diálogo social alejado del odio, en el que se enfatice la importancia de una globalización justa, equitativa e inclusiva.

Si tenemos un arma que usar en esta guerra silenciosa contra el odio y la vulneración de derechos es la educación. Una educación que debemos enfocar en la comprensión y la necesidad de acabar con cualquier acción que pueda negar o afectar a la justicia social. 

Isabela López De Castro, colaboradora de FIBGAR