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La memoria de las víctimas del terrorismo

En 2018 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 21 de agosto como el Día Internacional de Conmemoración y Homenaje a las Víctimas del Terrorismo. En este día se recuerda, se honra y se da apoyo a las víctimas y supervivientes de terrorismo, y se promueven y protegen los derechos humanos y libertades fundamentales.

Con las diversas organizaciones terroristas que amenazan al mundo, ha quedado en evidencia que el terrorismo ya es un problema global que debe afrontarse con urgencia para proteger la integridad de las personas. Sin embargo, son los propios Estados quienes deben coordinarse para dar una respuesta eficaz, coherente, ética y digna al problema, especialmente para poder prevenir la actividad terrorista y poder hacer frente a una de las consecuencias más dolorosas del terrorismo, sus víctimas. La responsabilidad de dar apoyo a las víctimas de terrorismo y de proteger sus derechos recae sobre los propios Estados.

España es un país marcado por la tragedia, que ha sido golpeado tanto por el terrorismo nacional como internacional y su incesante lucha por proteger a sus ciudadanos de dichos ataques lo ha convertido en un referente en la lucha antiterrorista.

En nuestro país, varias organizaciones de la sociedad civil llevan a cabo la labor de concienciar sobre la situación de las víctimas, dar apoyo a los supervivientes y familiares de las víctimas del terrorismo, construir lazos de solidaridad entre la sociedad y las víctimas y defender sus derechos. Sin embargo, es el Estado el que tiene la obligación de proteger a las víctimas, supervivientes y familiares y fundamentar su respuesta a situaciones de crisis en los principios de justicia, reparación y garantías de no repetición. Y es el Estado el que debe promover una lucha poniendo la dignidad de las personas y el respeto de los derechos humanos en el centro para combatir el terrorismo.

De hecho, para llevar a cabo una política antiterrorista ética y moral que se articule entorno a los derechos humanos es necesario proteger la memoria y el pasado.  Priorizando la atención a las víctimas se garantiza el reconocimiento de su dignidad y su memoria y se evita que caigan en el olvido.

Uno de los puntos más importantes del compromiso para proteger a las víctimas y supervivientes pasa por empoderarlos convirtiéndolos en actores claves para la deconstrucción de la narrativa radical. Darles voz y espacio público y político para que relaten sus testimonios es el modo más efectivo de crear un discurso social que deslegitime la actividad terrorista. Este es el modo de dejar huella en la sociedad civil, que es un factor determinante a la hora de proteger a las víctimas de actividades terroristas.

Por lo tanto, hoy renovamos nuestro compromiso con todas las víctimas del terrorismo y sus familias y recordamos la importancia de sus voces y de su valor.

María Barrachina Ortega, colaboradora FIBGAR.