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La memoria del Holocausto: una asignatura pendiente

Hace ochenta años tuvo lugar la Conferencia de Wannsee, donde se congregaron quince jerarcas nazis para darle forma a la llamada “solución final” (Endlösung), un plan de exterminio de la comunidad judía en Europa. Este fue efectivamente el punto de partida de lo que meses más tarde serían los campos de exterminio, con Heinrich Himmler, la SS, y la Gestapo al mando.

Lo que ocurrió después fue el holocausto judío en el marco de la Segunda Guerra Mundial, que aniquiló aproximadamente a seis millones de judíos, unos dos tercios de la población judía europea.

Hoy, 27 de enero, se busca rendir homenaje a todas las víctimas de esos campos de concentración y de exterminio y, principalmente, transmitir a las nuevas generaciones las lecciones aprendidas de este trágico evento de nuestra historia reciente.

En pleno auge del revisionismo histórico, con la negación del Holocausto como bandera, la resurrección de ideologías fascistas y la diseminación de discursos de odio en la sociedad usando sobre todo las redes sociales para captar a los más jóvenes, es esencial conmemorar una de las tragedias más graves que asolaron el continente europeo hace tan solo ocho décadas.

Con el fin de fomentar la inclusión, la tolerancia y el diálogo entre las comunidades, rechazando con claridad cualquier discriminación social, económica, política, racial, étnica o religiosa, este día debe ser una fecha centrada en la memoria, la pedagogía y el aprendizaje que refuercen nuestros valores democráticos. La Asamblea General de Naciones Unidas escogió esta jornada desde 2005 para conmemorar el día del holocausto, coincidiendo con el 60º aniversario de la liberación de los prisioneros del campo nazi de Auschwitz-Birkenau (Polonia), un día 27 de enero de 1945 por las tropas soviéticas.

A partir de esa fecha, se ha encomendado a los Estados la tarea de recordar a todas las víctimas, y de ejercer un rol activo en su conmemoración, educación, documentación e investigación.

En estos tiempos en los que quedan muy pocos supervivientes del Holocausto, es más importante que nunca recoger sus testimonios y lecciones. Debemos evitar que este día se convierta en un “recuerdo distante”, como decía el embajador de Israel a las Naciones Unidas, Gilad Erdan, el pasado jueves 20 de enero de 2022, cuando la organización firmaba una resolución condenando la negación y distorsión del Holocausto. Erdan, nieto de víctimas del Holocausto, declaraba con rotundidad que vivimos en una época en que “la ficción se está convirtiendo en hecho”, y “el negacionismo del Holocausto se ha extendido como un cáncer bajo la mirada de los Estados”.

Esta resolución de Naciones Unidas surge de la preocupación de los Estados por la distorsión y el revisionismo histórico de esta tragedia, particularmente a través de las tecnologías de la información y la comunicación. La resolución invita a rechazar con contundencia cualquier tipo de declaración o actividad que vaya en esta línea.

Más concretamente, este documento sugiere que se deben proteger activamente los sitios históricos donde tuvo lugar el exterminio; es decir, campos de concentración, campos de trabajos forzados, prisiones, lugares de matanza, o cualquier lugar similar durante el Holocausto. Asimismo, el documento hace hincapié en la necesidad de desarrollar programas educativos, y de animar a la industria de redes sociales a tomar medidas contra el antisemitismo y el negacionismo del Holocausto, tema que ya ha sido polémico, particularmente en el caso de Facebook.

De igual manera, durante el pasado jueves, Michelle Bachelet, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, recomendaba frente al Senado italiano ciertas reformas orientadas hacia la lucha contra la intolerancia, el racismo, el antisemitismo, y la incitación al odio y la violencia.

En un contexto en que el antisemitismo y la islamofobia están ascendiendo en el continente europeo, y ciertos movimientos políticos están alentando y sacando provecho de la desinformación y la polarización, la fragmentación social y política se está haciendo más profunda aún. Esta es la situación ideal para que germine con éxito el negacionismo y el odio.

Si queremos que la mayor tragedia de Europa se quede en el pasado, tenemos una asignatura pendiente que sacar adelante entre todos, en común, y entendiendo que la memoria debe formar parte de nuestro presente para que en el futuro no tengamos que lamentar nuevos holocaustos.

Cristina Molina, colaboradora de FIBGAR.