
La Solidaridad es nuestra mejor arma contra la pandemia global.
Desde hace casi un año, la alerta sanitaria tiene al mundo entero en vilo. Paralizado frente a una amenaza sin precedentes que ha sacudido nuestras certezas y tambaleado nuestros medios de vida, sembrando la incertidumbre sobre el futuro.
En estos meses, el virus se ha propagado como reguero de pólvora, infectando y afectando millones de personas en todos los continentes, lo que ha obligado a los gobiernos a tomar medidas extraordinarias, con consecuencias mayúsculas para todo el engranaje social y económico y, en particular, con un impacto dramático en los más débiles y vulnerables.
De esta manera, esta pandemia global, transversal y despiadada ha desvelado aquellos riesgos que se habían ignorado durante mucho tiempo, entre los cuales destacan los sistemas de salud inadecuados, las brechas en la protección social y la degradación ambiental.
Sin embargo, la pandemia no solamente ha sacado a la luz las deficiencias y fragilidades de los sistemas, sino también nos ha vuelto a abrir los ojos sobre la importancia de la solidaridad.
La Covid-19 ha demostrado que, un daño a uno, es un daño a todos y que, por tanto, nadie estará realmente a salvo hasta que todos los estemos. Por ello, sobre todo en los próximos días de fiestas, debemos acordarnos de cumplir con nuestro deber de solidaridad, respetando las medidas de confinamiento y distanciamiento social.
En estos tiempos de crisis apremiante es esencial no dejarnos llevar por el repliegue sobre nosotros mismos.
Esto supone también que no podemos dejar a nadie atrás. Como dijo el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, frente al primer brote de la pandemia: “Estamos juntos en esto, y lo superaremos juntos.”
Si bien la Covid-19 nos afecta todos, no afecta a todos por igual. A la magnitud de la tragedia humana de las vidas injustamente perdidas, en los últimos meses se ha venido sumando la paralización de las actividades económicas, con efectos directos e indirectos en el empleo e ingresos de los hogares, agravando aquellas desigualdades que ya estaban enquistadas en nuestras sociedades en detrimento de los más desfavorecidos.
Si queremos salir más fuertes de estos tiempos tan duros y caminar hacia un futuro mejor no nos queda otra opción que comprometernos solidariamente.
Alessia Schiavon. Departamento Legal de FIBGAR