La trascendencia de la justicia social para enfrentar la desigualdad
En 2007 la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 20 de febrero como el Día Mundial de la Justicia Social. De esta manera, todos los años se reafirma la importancia de la justicia social como objetivo central de las políticas nacionales e internacionales.
La celebración de este día busca apoyar la labor de la comunidad internacional encaminada a erradicar la pobreza, promover el empleo pleno y el trabajo decente, la igualdad entre los sexos, el acceso al bienestar y la justicia social para todos y todas.
La justicia social es un principio fundamental que busca garantizar la equidad y la igualdad de oportunidades para todos los individuos en una sociedad. Se trata de un concepto intrínsecamente ligado al bienestar colectivo y al desarrollo sostenible de las comunidades. Desde su surgimiento como un ideal moral hasta su aplicación en políticas públicas y movimientos sociales, la importancia de la justicia social ha sido reconocida a lo largo de la historia como un pilar fundamental para alcanzar un mundo más justo y humano.
Así, en 1944 la Conferencia Internacional del Trabajo adoptó la Declaración de Filadelfia, relativa a los fines y objetivos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Esta declaración es considerada uno de los documentos más importantes en la configuración de la gobernanza global tras la Segunda Guerra Mundial, tal es así que estableció principios rectores en políticas sociales y económicas, siendo el paso previo al advenimiento de otras dos declaraciones de suma importancia para la humanidad: la Carta de Naciones Unidas (1945) y la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1946).
En la Declaración de Filadelfia se estableció que “solo puede establecerse una paz duradera si ella está basada en la justicia social” y que “todos los seres humanos, sin distinción de raza, credo o sexo, tienen el derecho de perseguir su bienestar material, y su desarrollo espiritual en condiciones de libertad y dignidad, de seguridad económica y de igualdad de oportunidades”.
Esta significó una firme decisión de la comunidad internacional en sostener los valores de la justicia social. En este sentido, posteriormente le seguirían la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo y su seguimiento (1998) y la Declaración de la OIT sobre la justicia social para una globalización equitativa el 10 de junio de 2008.
En el corazón de la justicia social yace la idea de que todas las personas, independientemente de su origen étnico, género, orientación sexual, religión, nivel socioeconómico, tienen derechos inalienables que deben ser protegidos y respetados. Esto implica la eliminación de la discriminación y la injusticia estructural que perpetúa la desigualdad y la exclusión de ciertos grupos de la sociedad.
Es una realidad evidente que los derechos de muchas personas alrededor del mundo continúan vulnerados día tras día, siendo allí precisamente donde se presentan las inequidades y las injusticias sociales. La mayoría de estas situaciones son evitables y depende de que la sociedad haga frente a ellas y no se desentienda.
El lugar de nacimiento de una persona, su género, su grupo étnico, su orientación sexual no deben nunca determinar su nivel de ingresos ni las oportunidades que tenga para obtener educación de calidad, servicios de salud básicos, trabajo, vivienda, acceso a agua potable, participación política.
Estas situaciones se dan en todos los países, aún en aquellos más prósperos. La experiencia histórica demuestra que el mero crecimiento económico por sí solo no es suficiente. Por lo tanto, las sociedades deben tomar acciones para corregir estas inequidades y diferencias en los puntos de partida a través de la protección social, para que todos y todas puedan alcanzar su pleno desarrollo personal.
Al abordar las causas subyacentes de la desigualdad, como la falta de acceso a empleos decentes, educación, servicios básicos y otros derechos fundamentales, se pueden crear sociedades más inclusivas y cohesionadas. Esto no solo mejora el bienestar material de las personas, sino que también promueve la paz y la estabilidad social al reducir las tensiones y los conflictos derivados de la injusticia y la marginación.
Por último, es importante destacar la importancia justicia social a nivel de gobernanza global. En un mundo cada vez más interconectado, donde los problemas como el cambio climático, la migración y la pobreza afectan a personas de todo el planeta, la solidaridad y la cooperación internacional son fundamentales para abordar estos desafíos de manera efectiva.
Este año, la OIT conmemora el día con una serie de actos que se celebran en distintas partes del mundo con ponentes de alto nivel. Puedes acceder a las ponencias en este enlace.
Javier Graña, colaborador de FIBGAR