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Libertad y Seguridad, a debate en Bruselas

Sonia Agudo Capón. Directora de Proyectos de FIBGAR

Madrid, 31 de mayo de 2017El ejercicio y los límites de la Seguridad Nacional frente a la libertad de los ciudadanos fueron el tema del debate celebrado en la sede del Parlamento Europeo el 31 de mayo, una conferencia de perfil jurídico organizada por Javier Nart como vicepresidente del Grupo Alianza de los Liberales y Demócratas, (ALDE).

Se trataba de discutir nuevos retos globales en la compleja relación “Libertad vs Seguridad”. Entre los ponentes figuraban  Baltasar Garzón y Renata Ávila, miembros del equipo jurídico de Julian Assange, Wolfang Kaleck y William Bourdon, abogados de Edward Snowden, y Armando Spataro, fiscal italiano especializado en delitos de corrupción.

El eurodiputado de Ciudadanos expuso con detalle la Prueba Secreta en el Tribunal General de la Unión Europea y la problemática que ésta presenta en términos de Seguridad Nacional. Sostuvo en su intervención que en el balance necesario entre seguridad y libertad, la balanza “se inclina progresivamente hacia la seguridad, perdiendo en el proceso conceptos fundamentales de libertad», evidenciando que «todo el mundo habla en favor de conseguir denuncias para evitar la corrupción y los delitos de estado, pero en la práctica las cosas siguen como siguen, con Snowden y Assange uno en la embajada de Ecuador y otro en Moscú«.

Baltasar Garzón analizó de forma crítica los límites de la seguridad y los derechos de las víctimas, recalcando la necesidad de una mayor transparencia y participación en asuntos que conciernen a la Seguridad Nacional. Destacó que esta no sólo está afectada por los crímenes de Estado, sino por nuevas amenazas generadas por la revolución tecnológica y la globalización, así como por todos los intereses corporativos que lamentablemente forman parte del entramado que justifica sus acciones.

Bajo su punto de vista, la Seguridad Nacional de los Estados está en contraposición con la Seguridad democrática de los ciudadanos. «Desde hace bastantes años se está primando un tipo de seguridad por motivos que a veces tienen explicación, pero la mayoría de las veces carecen de ella, y siempre en detrimento de la libertad«, advirtió.  

Hizo referencia al diálogo que mantuvo por videoconferencia con Edward Snowden el día anterior durante las Conferencias de Estoril, donde el ex analista de la CIA declaró que “los derechos se pierden cuando se dictan leyes cobardes”. Leyes, según Garzón, como la misma norma del Tribunal General Europeo a la que hizo referencia previamente Javier Nart. Afirmó que la escenificación de la Seguridad Nacional actual se ve reflejada en un enemigo permanente para los Estados: los promotores de la verdad. Los periodistas, los informantes, los whistleblowers. «Tenemos ejemplos como las denuncias masivas de WikiLeaks, de Snowden o de Falciani. Todos aquellos que contribuyendo a esclarecer y proteger a los ciudadanos se ven perseguidos¿En manos de quién estamos con esta mal llamada Seguridad Nacional?”.

Frustración de los gobernantes 

Cuestionó si era ese el concepto que tanto defendieron históricamente figuras como Abraham Lincoln o Benjamin Franklin, entre tantos otros pensadores, o era el resultado de la autoprotección, la ambición y la frustración de los gobernantes que no han sabido entender la idiosincrasia de los ciudadanos a los que gobiernan. Aquellos que no saben gobernar con transparencia son gobernantes temerosos, que no saben administrar su poder con la participación de sus ciudadanos

Entre sus argumentos, Garzón hizo mención al derecho al acceso a la información de los ciudadanos y su vinculación a la Seguridad Nacional, y cómo en los casos de graves violaciones de derechos humanos existe una obligación por parte de los Estados de revelar esos crímenes a su ciudadanía. La mejor seguridad que existe es la seguridad democrática, aquella en la que los gobiernos, a través de la transparencia, rinden cuentas de sus acciones a los ciudadanos que busca proteger, sin miedo a ellos, que son los verdaderos soberanos. Defendió el derecho a una información veraz por parte de las víctimas y sus familias como forma de garantizar la eficaz rendición de cuentas de los poderes públicos, y cómo ese derecho a una información de calidad entra en conflicto directo con intereses tanto de las corporaciones privadas como de las administraciones públicas que nos gobiernan instrumentalizando la Seguridad Nacional para blindar sus posiciones de poder.

Para finalizar, Baltasar Garzón hizo referencia a su propia experiencia personal, cuando fue víctima de un caso donde se “había prostituido el concepto de Seguridad Nacional, nuestra propia seguridad, convertida en la de nuestros dirigentes”. Claramente, en el binomio entre seguridad y libertad, sigue ganando la seguridad en detrimento de la libertad y todos los derechos que de esta se derivan.