Mis memorias de Violeta Friedman, un alegato contra el negacionismo
Patricia Weisz Friedman
Miércoles, 24 de junio de 2015. Conserva fielmente el relato escrito por una superviviente del campo de exterminio Auschwitz-Birkenau cuando tenía 14 años, donde toda su familia había sido asesinada la misma noche de la llegada. Las penalidades, el hambre, la sed, el frio, el calor, las enfermedades, etc. pero sus ansias de vivir la dieron fuerzas para sobrevivir a tantas barbaridades. El libro también cuenta lo que pasó después de ser liberada y hasta que pudo emigrar a Canadá ya que en su tierra natal había caído el Telón de Acero. Ella pasó sus últimos años en España donde murió en el año 2000.
Lo que hizo de mi madre un personaje muy destacado fue su larga lucha de 7 años que terminó felizmente con una sentencia condenatoria al General de la Gestapo Leon Degrelle en el Tribunal Constitucional en el año 1991. Degrelle había negado la existencia de las cámaras de gas: Violeta Friedman es el icono de la lucha contra el negacionismo. Es de destacar que aquella sentencia dio lugar a modificaciones de las leyes penales, con algunos contratiempos, y que ha tenido una clara influencia en el muy recientemente aprobado nuevo Código Penal que condena los delitos de odio contra los que ella tanto luchó.
La nueva edición ha sido ampliada con un epílogo que cuenta las muchas cosas ocurridas desde que Violeta Friedman escribió el libro en 1995 (falleció en el año 2000). Fue una gran activista participando en números eventos, dando conferencias allí dónde era invitada, publicó diversos artículos en la prensa y fue entrevistada en la radio y en la televisión. En reconocimiento a su lucha recibió números galardones y homenajes. Igualmente contiene nuevas fotos entre ellas del lugar de la tragedia tal y como está ahora.
Quiero resaltar estos párrafos del libro de mi madre porque su mayor deseo era tener una familia.
Al fin, mi vida, una vida dura, pero haciendo balance entre lo bueno y lo malo, entre lo amargo y lo placentero, prefiero acordarme solo de lo positivo como la suerte de tener dos hijos y cuatro nietos.
Este libro es un legado para mi familia y para las generaciones futuras. Espero que sea también un documento valioso para todas aquellas personas que puedan de alguna manera tener la más mínima duda sobre la veracidad de los horrores perpetrados en este siglo contra la humanidad.
Este segundo párrafo enlaza con los siguientes sobre su lucha.
Sé que mi voz se pierde en el ruido del tiempo, en el devastador ruido del tiempo. Con este libro espero que las nuevas generaciones puedan oír mi ruego: que ellas continúen mi trabajo. Que no nos olviden.
He querido contar mi historia sencillamente como un testigo más, para que no se olvide nunca, para que los testimonios de quienes allí estuvimos sean una antorcha que ilumine a nuestros hijos por el camino de la tolerancia y la paz. Quizá, y este es mi mayor deseo, así las semillas del odio no vuelvan a brotar de nuevo, y el mundo pueda decir siempre, siempre, lo que nosotros jamás nos cansaremos de repetir: “Nunca más”.
Mis Memorias de Violeta Friedman. Ha sido coeditado por FIBGAR y Catarata