Nelson Mandela: un ejemplo para los defensores de derechos humanos
El día 18 de julio se consagró como el Día Internacional de Nelson Mandela, coincidiendo con su fecha de nacimiento. Fue la Asamblea General de Naciones Unidas la que asignó este día, pues considera que Mandela representa los valores más importantes de las Naciones Unidas, y de la Declaración Universal de Derechos Humanos. La labor de Mandela a lo largo de 67 años se basó en un fuerte compromiso con la justicia, los derechos humanos y las libertades fundamentales.
Después de estar en prisión durante 27 años, Mandela fue presidente de la República de Sudáfrica, y destruyó la estructura social y política heredada del apartheid (conjunto de leyes que discriminaban a la población negra e india de Sudáfrica, y que otorgaba privilegios a la minoría blanca), combatiendo el racismo institucionalizado y la desigualdad, por lo que es la figura más relevante del cambio tanto en Sudáfrica como en todo el continente africano.
Su legado cambió el siglo pasado, y hoy en día sigue impulsando al cambio e inspirando a generaciones de defensores de derechos humanos, es decir a toda persona que actúa individual o colectivamente para proteger y promover los derechos humanos tanto a nivel local como internacional.
Por tanto, una de las mejores enseñanzas que nos deja su legado es que cualquiera puede ser defensor de derechos humanos.
La incansable labor de organizaciones, movimientos sociales, comunidades y personas defensoras de derechos humanos representa un pilar fundamental en el impulso de mejoras para fortalecer las instituciones democráticas y asegurar el funcionamiento saludable de las sociedades, y se vuelve esencial, sobre todo, en aquellos países afectados por conflictos internos, guerras, gobiernos autoritarios en que los defensores de derechos humanos pasan a ser la última línea de defensa.
Como consecuencia de su trabajo, a menudo son víctimas de ataques personales, represalias y restricciones indebidas, que violan sus derechos más básicos: el derecho a la vida, a la integridad, a la libertad y seguridad, al debido proceso y a un juicio justo, a la libertad de expresión, al derecho a la intimidad y la protección judicial.
Además de ejecuciones, agresiones, detenciones arbitrarias, amenazas o calumnias, a veces su labor se ve obstaculizada también por la estigmatización de su trabajo o la criminalización de sus actividades.
Naciones Unidas reconoce el papel fundamental de los defensores, y también los riesgos que asumen para llevar adelante sus batallas en beneficio de los demás.
Después de más de 13 años de negociaciones, en 1998 la Asamblea General de la ONU aprobó la Declaración sobre los defensores de Derechos Humanos, el primer instrumento internacional que reconocía concretamente la importancia y la legitimidad del trabajo de los defensores de los derechos humanos, así como la necesidad de una mejor protección.
La declaración reconoce una serie de derechos a los defensores de derechos humanos, que no son nuevos, pero se articulan y manifiestan de forma tal que su aplicación práctica se ajuste a sus necesidades y circunstancias, como sucede por ejemplo con el derecho de reunión y de formar asociaciones, o el derecho a recopilar información sobre violaciones de los derechos humanos, o el derecho a dirigirse a organismos gubernamentales al igual que a denunciar políticas y acciones oficiales.
Y, asimismo, reconoce la obligación del Estado no solo de proteger los derechos humanos en sí mismos, sino también de proteger la labor de los defensores de derechos humanos, y a promover medidas legislativas que aseguren esta protección.
La adopción de la Declaración ha facilitado el reconocimiento de los defensores de los derechos humanos y el aumento de su visibilidad, que también allanó el camino para la creación de un mecanismo para su protección. En 2000 la Comisión de Derechos Humanos estableció el mandato de protección a las y los defensores, encargando esta responsabilidad al Representante Especial del Secretario General sobre defensores de los derechos humanos, remplazado en 2008 por el Relator Especial sobre la situación de los defensores y defensoras de los derechos humanos.
A pesar de dos décadas de desarrollo de instrumentos internacionales para su protección, personas y colectivos que defienden derechos están siendo objeto de represalias en todo el mundo por su actividad. En su último informe, presentado en el 46º periodo de sesiones del Consejo de Derechos Humanos, la Relatora Especial Mary Lawlor alarma sobre la incidencia de amenazas y asesinatos en diferentes regiones del planeta y el nivel de impunidad que alimenta la criminalización y estigmatización de los defensores.
Siguiendo el ejemplo de Nelson Mandela muchos defensores de derechos humanos continúan sus batallas por la defensa de los derechos humanos, a pesar de los grandes riesgos que esto supone para su seguridad y la de sus familias.
De esta manera nos animan a no perder la energía y la iniciativa para defender los derechos humanos en nuestro propio entorno. Como dijo Mandela, “los héroes son aquellos que construyen y trabajan por la paz.”
Alejandro García, colaborador FIBGAR.