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Producir y consumir responsablemente. Actuemos ahora

El hecho de entrar en el supermercado, coger un guante de plástico y meter dos piezas de fruta en otro plástico y, al llegar a casa, comer una y olvidar la otra en la nevera hasta tener que tirarla, contribuye a lo que denominamos economía lineal: “usar-consumir-tirar”.

También aportamos a esa economía cuando compramos ropa y, al pasar de moda o de temporada, la abandonamos en el armario o directamente la tiramos. De igual manera, el consumo frenético de productos tecnológicos cada vez que sale una nueva versión se une a esta dinámica de adquisición y desecho, y hace inseparables la realidad económica y la medioambiental.

Con la intención de fomentar una transición hacia un modelo de producción y consumo más sostenible, la Agenda 2030 impulsa el Objetivo 12, enfocado fundamentalmente hacia promover la gestión y el uso sostenible y eficiente de los recursos naturales, reducir los residuos y el desperdicio de alimentos, alentar a las empresas a implementar prácticas sostenibles, y alcanzar el acceso universal a información sobre nuevos modelos económicos y estilos de vida más respetuosos con el planeta.

Esta necesidad surge a raíz de los abrumadores datos sobre consumo y producción en el mundo, ya que mientras casi 2.000 millones de personas no cuentan con el sustento alimentario básico, se desperdician unos 1.300 millones de toneladas de alimentos cada año, ya sea en contenedores de consumidores o empresarios, o durante el proceso de producción (cosecha, transporte, almacenamiento o procesamiento).

Asimismo, el sector de la alimentación produce alrededor del 30% del consumo de energía mundial y del 22% de las emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente por la conversión de zonas verdes en tierras de cultivo. Y, por si fuera poco, solo el 3% del agua mundial es potable, y el uso descontrolado que estamos haciendo de ella pone en riesgo su futura disponibilidad.

Por otra parte, la industria de la moda usa unos 93 billones de metros cúbicos de agua al año, y cada par de pantalones necesita 10.000 litros para su producción. En total, esta industria es responsable del 20% del malgaste de agua, del 8 al 10% de emisiones de gases de efecto invernadero, y pierde unos 500 billones de dólares anuales por la falta de reciclaje y la infrautilización de prendas.

Por tanto, la comunidad internacional lleva años movilizándose para lograr un equilibrio entre medio ambiente, agua, energía y comida. Concretamente, se busca establecer una economía circular, es decir, y en palabras del documento España Circular 2030: Estrategia Española de Economía Circular, un nuevo modelo de producción y consumo en el que productos, materiales y recursos permanezcan aprovechados durante el mayor tiempo posible, reduciendo así la generación de residuos y sacando partido a aquellos que no se han podido evitar.

Esta Estrategia busca reforzar el desarrollo de una economía sostenible, descarbonizada, eficiente en el uso de los recursos, a la par que competitiva. A estos esfuerzos se unen el Pacto Verde Europeo y el Nuevo Plan de acción para la economía circular por una Europa más limpia y más competitiva de la Comisión Europea. 

Precisamente en ese documento, se alerta de que si continuamos con nuestras tendencias de producción y consumo, para 2050 necesitaremos tres planetas para abastecernos y funcionar correctamente. En efecto, estamos presenciando la degradación de la tierra, la reducción de la fertilidad del suelo, una peligrosa sobrepesca y degradación del medio marino, y un uso insostenible del agua, todo ello contribuyendo a disminuir los recursos naturales.

Por todo esto, el Objetivo de Desarrollo Sostenible 12 necesita la colaboración firme y el compromiso de todos los actores de la economía y de la sociedad. La sensibilización es fundamental para demandar al sector público y privado cambios en los modelos de producción y consumo hacia otros con menor impacto ambiental.

Numerosas tiendas de ropa ya ofrecen campañas de reciclaje, guardar nuestra compra de supermercado en una bolsa de plástico sale ya un poco más caro, y cada vez hay más ciudadanos que modifican sus hábitos alimentarios y estilos de vida, a través de la reducción del consumo de carne o el vegetarianismo o el veganismo.

Naciones Unidas, por su parte, tiene en marcha la aplicación móvil AWorld in support of ActNow, parte de la campaña Actúa Ahora, para la acción individual ante el cambio climático y la sostenibilidad. Esta fomenta un estilo de vida más respetuoso con el medio ambiente, a través de pequeñas acciones diarias, dosis de formación y retos personales.

El cambio empieza desde abajo, y actuar ahora y de manera diaria a la par que contundente es vital para el futuro de nuestros recursos. Así, el primer paso de este objetivo global no es otro que aumentar el número de personas que van a la compra con sus propias bolsas, que donan o reconvierten su ropa, y que reparan su móvil antes de darlo por perdido.

Cristina Molina Campos, colaboradora FIBGAR.