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Pueblos indígenas, más respeto por su gente, su cultura y su territorio

Según el Banco Mundial, hay aproximadamente 476 millones de indígenas en más de 90 países. A pesar de sus diferencias culturales, los pueblos indígenas de todo el mundo comparten problemas comunes relacionados con el reconocimiento de sus identidades, sus formas de vida y el derecho a sus territorios y recursos naturales tradicionales con los que comparten vínculos ancestrales colectivos y de los que depende su identidad cultural, medios de subsistencia y bienestar físico y espiritual.

Sus derechos encontraron amparo en una primera instancia gracias al Convenio Nº 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes de la Organización Internacional del Trabajo de 1989 (Convenio N°169 de la OIT), que sentó las bases para la posterior adopción de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de 2007, que reconoce, entre ellos, el derecho a la libre determinación y, en consecuencia, a establecer libremente su condición política y perseguir su desarrollo económico, social y cultural, el derecho a sus tierras, territorios y recursos y sus derechos económicos, sociales y culturales.

Además, el sistema internacional cuenta con tres órganos: el Mecanismo de expertos sobre los derechos de los pueblos indígenas y el Relator Especial sobre los derechos de los pueblos indígenas, nombrados por el Consejo de Derechos Humanos, y el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas, que asesora al Consejo Económico y Social.

No obstante, muy a menudo sus culturas son amenazadas y la protección y la promoción de sus derechos coartadas, hasta el punto que en varias zonas del planeta los pueblos indígenas siguen experimentando el legado de la colonización y son frecuentemente marginados y sometidos a discriminación.

Corren el riesgo de sufrir pobreza, racismo, violencia y abusos, como también la degradación y saqueo, o incluso la expulsión de sus tierras, que suelen ser ricas en recursos naturales y por lo tanto objeto de interés de agentes estatales y no estatales para llevar a cabo grandes proyectos económicos extractivistas como explotaciones petrolíferas, mineras, infraestructuras que alteran el ecosistema o explotaciones agrícolas o forestales de monocultivos en detrimento de la flora y fauna nativa, entre otros.

Quienes se atreven a luchar por sus derechos y denunciar las injusticias acaban sufriendo ataques y amenazas violentas, vigilancia ilegal, prohibiciones de viaje, chantaje, acoso sexual y otras formas de violencia y discriminación mayores como asesinatos selectivos o desapariciones forzadas, todo ello en muchas ocasiones con el apoyo o la connivencia del Estado.

El último informe del Relator Especial sobre la materia alarma sobre la “brecha de implementación” y la creciente violencia y criminalización contra los pueblos indígenas en muchos países del mundo.

De esta manera se silencian a los que protestan y se disuade a los demás, a través de represalias que se perpetran con impunidad tanto en aquellos países en los que los pueblos indígenas están casi completamente desprotegidos, como Chile o Argentina, o como en los que, como Colombia, Bolivia o Ecuador, han logrado incluir el reconocimiento de la diversidad étnica y cultural de los pueblos indígenas en su propia Carta Constitucional, pero que en la práctica siguen padeciendo persecución y muerte.

La situación de los derechos humanos de los pueblos indígenas continúa siendo sumamente crítica y profundamente preocupante, sobre todo en algunos países de América Latina, vulneraciones que amenazan su propia existencia.

Una vez más, desde FIBGAR queremos conmemorar el Día Internacional de los Pueblos Indígenas y hacer un llamamiento para que se haga realidad lo estipulado en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas.

Teresa Bueso, colaboradora FIBGAR.