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Sepultura Digna

El 24 de octubre de 2019, finalmente, fueron exhumados desde su perpetuo lugar de homenaje los restos mortales de Francisco Franco Bahamonde, célebre dictador español que encabezó uno de los regímenes fascistas más largos y sanguinarios que ha conocido la humanidad.

Ubicado en pleno corazón de la sierra madrileña, por orden del propio Franco se erigió el Valle de los Caídos, un majestuoso monumento destinado a la veneración de lo que él mismo denominó la cruzada por Dios y por España 1, que en gran parte fue construido con el trabajo forzoso de presos políticos condenados por el régimen.

A pesar de los desafiantes homenajes de su familia y sus partidarios, la exhumación de Franco es una medida simbólica de enorme trascendencia, que pretende la reparación moral de miles de víctimas, cuyos restos mortales ahora han sido separados definitivamente de los de su verdugo.

Pero, con todo lo relevante de este acontecimiento, hemos de constatar al mismo tiempo que no es más que un punto de partida. De acuerdo con recomendaciones de Naciones Unidas 2, es necesario resignificar el Valle de los Caídos. Se debe explicar a todos los visitantes el origen de este monumento y su contexto sociopolítico. Debe dejar de ser un lugar de peregrinaje franquista para convertirse en un Centro de Memoria de todas las víctimas de la Guerra Civil y de la Dictadura, en un sitio de encuentro y reflexión donde las actuales y futuras generaciones puedan conocer la verdad de lo sucedido durante uno de los peores capítulos de la historia de España.

No es admisible que en ese lugar existan sepulturas dignas para los caídos del Bando Nacional mientras los republicanos se encuentran sin identificar, pues fueron trasladados hasta allí con nocturnidad y sin permiso de nadie desde fosas clandestinas. 

Por ello, esta resignificación sólo puede hacerse con la participación de las organizaciones de víctimas y de familiares de víctimas. Ahora sí, y por primera vez, ellas deben ser consultadas y escuchadas. Por su parte, el Estado no debe escatimar esfuerzos en identificar a todas y cada una de las personas que yacen allí, para posibilitar el derecho que les ha sido negado durante décadas y décadas: ser sepultadas dignamente, con nombre y apellido. Son las familias quienes deben decidir si esta dignificación de su ser querido y el reposo definitivo de sus restos debe tener lugar en el mismo Valle o en algún otro lugar donde las propias familias lo deseen.

Ahora bien, para llevar a cabo este proceso con el debido respeto, seriedad y rigor científico que las víctimas merecen, se requieren varios pasos previos, como la recogida de testimonios de las familias, su atención psicosocial para evitar re-victimización, la revisión de archivos civiles, militares y también religiosos, la construcción de un Banco de ADN, la configuración de un equipo forense integrado por profesionales de la más alta competencia y estatura moral, con garantías de independencia y objetividad, y la seguridad de una financiación pública suficiente y sostenida en el tiempo.

Consideramos, también, que una auténtica resignificación debe ir acompañada de la retirada de toda simbología fascista y el reemplazo del templo católico por un lugar de reflexión y encuentro de carácter ecuménico.

Es satisfactorio y esperanzador recordar que la exhumación de Franco se produjo por disposición de la Ley, la Ley de Memoria Histórica, cuya reforma fue refrendada por la mayoría del Congreso, con sólo dos votos en contra. Esperamos que, cuando han transcurrido ya ochenta años del término de la Guerra y más de cuarenta desde la aprobación de la actual Constitución, este consenso que existió en torno a la exhumación del dictador se extienda a todas las personas que, en el Valle y en las miles de cunetas extendidas por toda la geografía española, siguen esperando una exhumación y una posterior sepultura digna.

Rodrigo Lledó, codirector de Fibgar.

1 El 2 de abril de 1940 se publicó en el Boletín Oficial del Estado un Decreto del propio Franco, por el que se dispuso que «se alcen Basílica, Monasterio y Cuartel de Juventudes, en la finca situada en las vertientes de la Sierra de Guadarrama (El Escorial), conocida por Cuelgamuros, para perpetuar la memoria de los caídos en nuestra Gloriosa Cruzada». Esta norma y las siguientes que dictaron sobre el Valle de los Caídos, se encuentran disponibles en la siguiente recopilación: http://www.memoriahistorica.gob.es/es-es/vallecaidos/Documents/NormativaVALLECAIDOS19401960.pdf

2 Informe del Relator Especial sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, Pablo de Greiff, 22 de julio de 2014, A/HRC/27/56/Add.1, disponible en: https://ap.ohchr.org/documents/dpage_s.aspx?si=A/HRC/27/56/Add.1