Un paso más hacia el reconocimiento de la Jurisdicción Universal
Aquellos Estados que suelen establecer el olvido y la impunidad por decreto, se afanan en llenar nuestras librerías de memoria, la oficial, confeccionada a su medida. En las páginas de ese relato abundan las grandes gestas patrióticas, los héroes inmortales y los gobernantes intocables. Así lo aprendemos en la escuela, lo recordamos en los museos y en las fechas señaladas por un calendario solemne.
Pero una cosa son las supuestas hazañas de antaño y otra muy distinta nuestro pasado reciente, atravesado por dictaduras y guerras civiles, cuyo nefasto legado condiciona lo que somos en el presente. La Justicia para crímenes internacionales cometidos en el propio país sigue siendo la excepción y no la regla. Son muchos los Estados que, lejos de amparar a las víctimas, las ignoran y, cuando no, las persiguen.
Los Principios de Jurisdicción Universal Madrid – Buenos Aires (2015) buscan precisamente establecer nuevos mecanismos para la lucha contra la impunidad y reconocer el derecho de las víctimas a la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, para así hacer realidad aquel clamor que tantas veces hemos escuchado, ¡Nunca Más!.
En esencia, la Jurisdicción Universal consiste en que los tribunales de cualquier país del mundo poseen la facultad de juzgar los crímenes internacionales de mayor gravedad: el genocidio, los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad; con independencia del lugar donde se hayan cometido, de la nacionalidad de la víctima y del perpetrador. Los Principios Madrid – Buenos Aires contemplan, además, la extensión de la Jurisdicción Universal a los crímenes económicos y contra el medioambiente que por su extensión y escala afecten gravemente los derechos humanos o supongan la destrucción irreversible de ecosistemas.
Somos conscientes de que aspirar a una Justicia de carácter universal conlleva la pesada carga de hacer frente a resistencias políticas de toda índole, y en muchas ocasiones también económicas, pues implica sacudir los hilos del poder. Es una labor inmensa, que también nos desafía a sumar esfuerzos con otras personas y organizaciones que se movilizan y trabajan por una sociedad más justa en todo el mundo. No estamos solos, y no somos pocos.
En su momento celebramos que los Principios Madrid – Buenos Aires fueran invocados en un informe de la Relatora Especial del Consejo de Derechos Humanos sobre las ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias, Agnes Callamard: “(…) los principios de jurisdicción universal de Madrid – Buenos Aires 2015 refuerzan el entendimiento del ratione materiae de la jurisdicción universal, incluyendo ejecuciones extrajudiciales como delito sujeto a jurisdicción universal (…)”, indicaba el documento en 2017.
Más recientemente, en noviembre de 2018, los Principios Madrid – Buenos Aires han vuelto a ser citados en el concierto internacional. Esta vez ha sido un Estado, Argentina, al efectuar una serie de comentarios dirigidos a la Comisión de Derecho Internacional, a propósito del «Proyecto de artículos sobre crímenes de Lesa Humanidad». Ello representa otro paso más hacia la consolidación de estos principios y, por ende, hacia la protección de las víctimas.
En la observación formulada por el país sudamericano se señala lo siguiente: “El Artículo 7 podría resultar restrictivo del concepto amplio de Jurisdicción Universal, que ´determina la facultad o la obligación de investigar y, en su caso, enjuiciar por los tribunales internos los crímenes (…), con independencia del lugar donde se hayan cometido, de la nacionalidad del posible responsable, de las víctimas o de la existencia de cualquier otro vínculo de conexión con el Estado que ejerza jurisdicción, mediante la aplicación del Derecho Penal Interno y/o Internacional´ (Principios de Madrid – Buenos Aires de Jurisdicción Universal)”.
Desde FIBGAR saludamos estas referencias de relevancia internacional, que recogen una jurisdicción universal sin restricciones artificiosas. Estamos convencidos de que la Jurisdicción Universal es la última esperanza para miles de víctimas, por lo que celebramos que la comunidad internacional haya dado un paso más hacia su necesario reconocimiento.
