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Crisis del modelo democrático ¿un problema global?

Desde el año 2007, y por declaración de la Asamblea General de las Naciones Unidas, cada 15 de septiembre se celebra el Dia Internacional de la Democracia. Entendida tanto un proceso como una meta, la democracia solo puede tornarse una realidad con la plena participación y el apoyo de toda la comunidad internacional, los órganos nacionales de gobierno y la sociedad civil. En ese mismo sentido, en el año 2015 los líderes mundiales se comprometieron en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible a crear las condiciones para su afianzamiento, del buen gobierno y el estado de derecho, considerados esenciales para el desarrollo sostenible, reafirmando los compromisos que se hicieron anteriormente en la  Cumbre Mundial en 2005 y en la Declaración del Milenio.

Siguiendo lo esbozado por E. Gentile, se puede afirmar que esta comprende tanto el método democrático (principio previsto en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948 según el cual es la voluntad popular “el fundamento de la autoridad del gobierno”) como el ideal democrático (plasmado en la Carta de las Naciones Unidas de 1945) que constituye “la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y en el valor de la persona humana, en la igualdad de los derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas” con el compromiso de “promover el progreso social y un nivel de vida más elevado con una libertad más amplia, y con tal fin de practicar la tolerancia y de vivir en paz unos con otros en relaciones de buena vecindad”. Ambos deben concretarse para que la democracia exista de manera plena, no siendo para ello suficiente la sola celebración de comicios periódicamente.

Contrariamente, a día de hoy, luego de la “tercera ola” de democracias -proceso que dio lugar a que el siglo XX terminara con la mayor cantidad de gobiernos democráticos que ha visto la historia de la humanidad- nos encontramos ante múltiples crisis -económicas, sociales, climáticas, de legitimidad política- que han ido menguando este ciclo, al parecer ya no tan infranqueable. Con el riesgo de una pérdida paulatina de apoyo a la actual forma de modelo y el consecuente resquebrajamiento de su calidad, esta recesión implica un riesgo a nivel mundial, y se está desarrollando -en mayor o menor medida- en todas las regiones del globo.

En relación a ello, el Foro Económico Mundial en su Informe de Riesgos Globales 2024, advirtió que la disminución de la confianza en las instituciones, la polarización política y un panorama geopolítico volátil podrían combinarse y limitar la cooperación para abordar los riesgos globales, a saber el clima y los conflictos actuales. Asimismo, constataron que la desinformación y la información errónea -en la mayoría de las veces posibilitadas por el uso de las redes sociales- son amenazas clave en relación con los procesos electorales y por consiguiente para la legitimidad de los gobiernos, con el potencial, además, de exacerbar las divisiones sociales y políticas.

En ese sentido, en el marco de las elecciones europeas del 6 al 9 de junio de 2024, se ha realizado una encuesta sobre Juventud y Democracia dirigida a jóvenes de entre 15 y 30 años. En los resultados, se plasmó que el 38% considera que votar en las elecciones es la acción más eficaz para hacerse oír ante los responsables de la toma de decisiones y el 32% entiende que ello lo constituye la participación en redes sociales. Asimismo, confirmaron que en muchos países existe una gran disparidad en la participación electoral entre los jóvenes y los mayores, con una disminución constante en la falta de compromiso político de las generaciones más jóvenes.

En ese mismo orden, el Informe Latinobarómetro 2023 constató que las democracias latinoamericanas también se han hecho más vulnerables en los últimos periodos. Como se mencionó previamente, estas tendencias son universales, y en los últimos años en Latinoamérica se ha confirmado un declive sistemático del apoyo a los regímenes y valores democráticos por parte de la población y un aumento constante de la indiferencia hacia otros modelos más autoritarios, acentuada en los más jóvenes, a causa de motivos estructurales que no han sido remediados y que profundizan el declive del apoyo al modelo.

En ese contexto, este año de elecciones en muchos países del globo también servirá como barómetro de la salud general de la democracia y arrojará luz sobre desafíos nuevos y emergentes -cada vez más sistémicos- en torno a la desinformación, la participación y la integridad electoral.

El cuestionamiento actual a las democracias, los derechos humanos, y otros consensos alcanzados por occidente en la última mitad del siglo XX, hacen que este día sea una oportunidad para recordar que la misma tiene que centrarse en las personas y que siempre es actual y válido el ideal democrático que las constituciones y los tratados internacionales obligan a cumplir.

La recomposición democrática debe fundarse en los principios rectores de igualdad y no discriminación, pilares de cualquier sistema democrático y base fundamental para el avance progresivo de los derechos humanos, con un enfoque integral para proteger los procesos democráticos en todo el mundo en una era de desinformación y polarización, con la creación de nuevos espacios de fortalecimiento y transparencia y movimientos de mayor participación ciudadana, de discusión y de creación de memoria.

Federica Carnevale, colaboradora de FIBGAR.

30 de agosto de 2024.