Día Internacional de la Juventud
El pasado 12 de agosto fue el Día Internacional de la Juventud. Declarado como tal por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1999, todos los años se utiliza este día para llamar la atención a la comunidad internacional sobre los problemas que enfrentan los jóvenes y para ayudar a desarrollar el potencial de la juventud como socios de la sociedad actual.
El propio Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en su resolución 2250 de 2015, reconoció la necesidad urgente de involucrar a la juventud en la promoción y defensa de la paz y en la lucha contra el extremismo.
No obstante, no hay que olvidar que la discriminación por edad se debe considerar recogida en la disposición “cualquier otra forma de discriminación”, “cualquier otra índole” o “cualquier otra condición social” típicas de los textos nacionales e internacionales de derechos humanos.
Una de las claves para el desarrollo sostenible es la solidaridad entre generaciones. En el Foro Anual de la Juventud 2023 del Consejo Económico y Social (ECOSOC), los jóvenes pudieron entablar durante tres días diálogos con los Estados y otros agentes de la sociedad para expresar sus preocupaciones, opiniones, ideas y acciones para transformar el mundo y hacerlo un lugar más justo, ecológico y sostenible bajo los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El tema principal del Foro fue acelerar la recuperación de la pandemia del coronavirus y la plena aplicación de la Agenda 2030 a todos los niveles.
En este foro, los jóvenes también tuvieron la oportunidad de contribuir al proceso preparatorio de la Cumbre de los ODS, que será celebrada por la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre de 2023.
La discriminación por edad, que afecta tanto a los jóvenes como a los mayores de todo el mundo, se interrelaciona con otras formas de discriminación como el racismo o el sexismo, y limitan la capacidad de las personas para alcanzar su máximo potencial y contribuir a la comunidad. Los ámbitos donde existen actualmente más barreras relacionadas con la edad son el empleo, la participación política, la salud y la justicia.
De los casi dos mil millones de personas de entre 10 y 24 años, 600 millones son niñas adolescentes y mujeres jóvenes. Junto a las diferentes formas de discriminación, las niñas y mujeres jóvenes deben afrontar, además, la discriminación de género, la marginación, la violencia y el desigual acceso a la educación, a las oportunidades de liderazgo y a la participación.
Por ello, en el año 2017, ONU Mujeres elaboró la Estrategia para La Juventud y la Igualdad de Género, basada en tres pilares: el liderazgo de las mujeres en todas las esferas; el empoderamiento económico y el desarrollo de aptitudes de las mujeres jóvenes; y medidas para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas.
Esto, a su vez, se persigue con tres enfoques transversales: el fortalecimiento de la participación, la voz y las alianzas con las mujeres jóvenes y sus organizaciones, las alianzas con los hombres jóvenes como socios de la igualdad de género y las alianzas intergeneracionales a lo largo del ciclo vital para lograr una sociedad transformadora de género.
Además de la discriminación y la violencia de género, existe una tercera gran amenaza para los jóvenes: el cambio climático. Solo en España, el 82% de los jóvenes han sufrido lo que se conoce como “ecoansiedad” en algún momento de su vida. De hecho, son los jóvenes quienes mayor percepción tienen acerca del cambio climático, ya que son conscientes de que su vida va a estar ligada al proceso de degradación ambiental.
A nivel internacional, los jóvenes han desempeñado un papel fundamental en la creación del Pacto Verde Europeo, y son un actor clave en la lucha climática tanto en los ámbitos político y de la sociedad civil como en el ecosistema de Naciones Unidas. El mensaje de los jóvenes es claro: las generaciones de más edad han fracasado y son los jóvenes los que lo pagarán íntegramente con su propio futuro.
De esta manera, en el caso de los jóvenes y el cambio climático se produce una triste paradoja: los jóvenes de todo el mundo no son únicamente las principales víctimas del cambio climático, sino que además son los principales agentes del cambio en la acción por el clima. Una carga doblemente injusta: están pagando las consecuencias de un cambio climático que no es su responsabilidad, y, ante la pasividad de las generaciones actuales, están echándose sobre los hombros nada menos que la salvación del planeta.
El principal proyecto de FIBGAR al respecto es el proyecto DEC: Fostering Youth Engagement for a Safer Environment and Responsible Use of ICT, que busca promover la transformación digital, la lucha contra el cambio climático y la participación de los jóvenes en la vida democrática, para que de esta manera se conviertan en agentes del cambio en sus comunidades. Entre otras cuestiones, el proyecto tiene la intención de involucrar a los jóvenes en la investigación, debate y sensibilización sobre los desafíos que el cambio climático provoca en el entorno en el que viven.
Como resultado, se espera que los jóvenes contribuyan significativamente a los esfuerzos de recuperación post COVID-19, y definitivamente se conviertan en defensores y agentes del cambio empoderados.
Alejandro Gálvez Robles, colaborador de FIBGAR