Jóvenes como agentes de cambio
El 17 de diciembre de 1999, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 12 de agosto, mediante resolución 54/120, como el Día Internacional de la Juventud.
La temática de este año está dedicada a la Solidaridad Intergeneracional, y pretende arrojar luz sobre la brecha intergeneracional denunciada en marzo de 2021 por el Informe Mundial sobre la Discriminación por Edad de Naciones Unidas en diversas áreas como son el acceso al empleo o la participación política.
La solidaridad intergeneracional puede definirse como una cohesión social entre generaciones. Al hablar sobre generaciones, se debe distinguir entre generaciones al nivel de la sociedad – como jóvenes y mayores o como la Generación Z, Generación Y, etc. – que suelen dividirse en períodos de poco más de 10 años; y al nivel privado-entre hijos y padres, abuelos, bisabuelos, etc.
Existe otra distinción más, la de generación como una unidad social al frente del cambio. Esta fue sugerida por el sociólogo alemán Karl Mannheim, que argumentaba que la juventud, al ver con nuevos ojos las instituciones políticas y económicas del statu quo, ven las deficiencias e hipocresías de la sociedad adulta y se movilizan para reformarlas. Así, los jóvenes están en la vanguardia de los movimientos revolucionarios.
La solidaridad, por otro lado, puede definirse como los lazos que establecemos entre nosotros, que provocan sentimientos de calidez, afecto y atracción, y que llaman a la interacción y a prestar ayuda cuando se necesite. Cuando falta solidaridad a nivel societal, puede desembocar en declaraciones de opinión pública como: «Los miembros de mi grupo de edad se han visto privados de las oportunidades que están disponibles para otros grupos de edad».
Este tipo de opiniones y declaraciones se ha extendido como la pólvora entre las generaciones más jóvenes, y no sin razones. Actualmente, los jóvenes se están enfrentando a problemas colectivos y generacionales que van más allá de simples problemas individuales. Los millenials han sido la primera generación en siglos recientes en ser más pobre que sus padres.
Hoy en día las personas españolas con 65 años atesoran cinco veces más riqueza que las personas con 35 años, según un estudio de la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia del Gobierno de España. La Generación Z, por su parte, se ve afectada por la inminente irreversibilidad del calentamiento climático, provocado por la avaricia de unos pocos que favorecieron un sobreconsumo irresponsable, así como actividades económicas que destruyen el medioambiente, hipotecando su presente y trasladando las peores consecuencias a las generaciones futuras.
Sin embargo, como bien expuso Mannheim, la juventud siempre está a la vanguardia de los movimientos revolucionarios. Jóvenes de todo el mundo están mostrando resiliencia en medio de esta incertidumbre, y no dejan de esperar un futuro mejor para todas las personas ni de trabajar para hacerlo posible.
Entre ellos, está Txai Surui, una joven brasileña de 24 años, activista del pueblo Suruí, en Rondônia, Brasil, hija del cacique Almir Suruí y de la legendaria activista Ivaneide Suruí, conocidos por su labor de lucha contra la deforestación en la Amazonia.
Rondônia es uno de los estados brasileños donde más se han sentido los efectos de la crisis climática. El avance de las industrias forestales y mineras y sus prácticas abusivas para con el medioambiente están provocando la desaparición de la biodiversidad de la zona y sequías fluviales. En contraste, las zonas habitadas por los Suruí mantienen una calidad ambiental superior.
Txai Suruí está dedicando su vida a evitar que tanto las industrias brasileñas como las extranjeras acaben con su hogar y con toda la región amazónica. Es la fundadora de Fridays for Future en Brasil, y es una de las seis activistas que denunciaron al Estado de Brasil por incumplir sus objetivos climáticos bajo el Acuerdo de París. En 2021, fue invitada a participar en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) celebrada en Glasgow y dio un discurso en el día de apertura que resonó en todos los medios: “La Tierra habla. Nos dice que no tenemos más tiempo. Los pueblos indígenas están en la primera línea de la emergencia climática, y debemos estar en el centro de las decisiones que aquí se tomen (…) ¡No es en 2030 ni en 2050, es ahora!”
Además de denunciar la pérdida de biodiversidad, Txai Suruí también ha denunciado el peligro que corren los pueblos indígenas de Brasil. No sólo por el cambio climático, que amenaza sus hogares y su sustento, sino por las acciones políticas del gobierno de Jair Bolsonaro, que mantiene una marcada y pública agenda anti-indígena.
Al respecto, cabe recordar que la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) pidió en agosto de 2021 a la Corte Penal Internacional (CPI) que investigase al presidente Jair Bolsonaro por su política anti-indígena, a la que califican de «genocidio» y «ecocidio».
Txai Suruí volvió a Brasil bajo amenazas y reproches por atacar al gobierno brasileño. Sin embargo, su dedicación hacia estas causas tan cercanas a ella no se ha aminorado, y sigue denunciando los peligros de una crisis a la que nadie parece poner fin.
La carrera de Txai Suruí como activista climática e indígena comenzó bajo el ejemplo de sus padres y continuó con el apoyo de su comunidad, que le dieron las herramientas necesarias para llevar a cabo su activismo y, más adelante, impulsar su carrera como verdadera portadora del cambio y la innovación social.
Cuando uno piensa acerca de los jóvenes, es probable que imagine a una joven ofuscada con su móvil, con mal genio y poco interés en lo que la rodea. Sin embargo, los jóvenes son a menudo las personas más comprometidas con sus ideales y principios, y muchos de ellos llegan a ser capaces de ponerlo en práctica.
Txai Suruí no está sola. Malala Yousafzai y Greta Thunberg son un referente en activismo. Sin embargo, hay una nueva generación entera de jóvenes activistas que está demostrando que muchos adolescentes están, de hecho, muy preocupados por problemas sociales, políticos y ambientales, y están completamente preparados para hacer algo al respecto.
Por ello, sobre todo a raíz de la pandemia de COVID-19, la Unión Europea declaró 2022 Año Europeo de la Juventud, reconociendo que a medida que la sociedad en general se recupera de los efectos de la pandemia, es esencial dialogar con los jóvenes y comprender sus preocupaciones para salir de la crisis.
A lo largo del año se están llevando a cabo numerosas actividades para promocionar todas las oportunidades ofrecidas por la Unión Europea. La más destacada es Youth Voices, a través de la cual, los jóvenes europeos pueden grabar su mensaje personal, dejando constancia de su visión de Europa, cómo de cerca o lejos se sienten de las políticas comunitarias de empleo, además de otros temas como la movilidad o el clima.
Desde FIBGAR creemos y apostamos por los jóvenes como agentes de cambio. Con el objetivo de dar voz activa a los jóvenes, FIBGAR y sus socios griegos, ITML y HAPSc, lanzan el proyecto Environmental and Digital Citizenship: Fostering Youth Engagement for a Safer Environment and Responsible Use of ICT (DEC), financiado en el marco de la Acción Clave 2.- Asociaciones de Cooperación a pequeña escala (KA210), del capítulo de Juventud del Programa Erasmus +.
A través de DEC, se capacitarán a hombres y mujeres, de entre 18 y 25 años, para que aprendan las habilidades digitales esenciales para el activismo en línea y se conviertan en ciudadanos digitales totalmente equipados. Asimismo, se involucrará a los jóvenes en la investigación, el debate y la sensibilización sobre los desafíos que el cambio climático provoca en el entorno en el que viven.
De esta manera DEC contribuirá significativamente a los esfuerzos de recuperación post-COVID-19 para que los jóvenes se conviertan en defensores y agentes de cambio empoderados.
Puedes conocer más sobre el proyecto en su página de Facebook e Instagram.
Carmen Coleto, profesional proyecto DEC, Alessia Schiavon, Responsable del Departamento Legal.
Madrid, 12 de agosto de 2022.