Educación y Derechos Humanos: un desafío global
En el año 2018, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 24 de enero como el Día de la Educación. En esta sexta edición, se ha adoptado el lema «Aprender para una paz duradera». Este enfoque surge ante la actual ola de conflictos violentos, que va de la mano con un preocupante aumento de la discriminación, el racismo, la xenofobia y la incitación al odio.
Este día, celebrado a nivel mundial, va más allá de ser una conmemoración anual; es un recordatorio de la importancia fundamental de la educación como un derecho humano básico. No solo destaca los logros y desafíos en el ámbito educativo, sino que también subraya la conexión intrínseca entre la educación y los Derechos Humanos.
El acceso a una educación de calidad es un derecho humano reconocido universalmente, consagrado en la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Este derecho es la base sobre la cual se construyen otros derechos, ya que la educación proporciona las herramientas necesarias para comprender, ejercer y defender los derechos humanos.
La educación como derecho humano implica no solo la disponibilidad de instituciones educativas, sino también la accesibilidad y la adecuación. Esto significa que la educación debe estar al alcance de todos, sin discriminación, y debe ser de calidad, relevante y culturalmente adecuada. Además, la educación no debe ser simplemente un acto de transmisión de información, sino un proceso que fomente el pensamiento crítico, la creatividad y el respeto por los derechos y las diversidades.
En este sentido, en el corazón de la relación entre educación y derechos humanos se encuentra el principio de igualdad. El acceso a una educación equitativa y de calidad es esencial para garantizar que todas las personas, independientemente de su origen, género, etnia, orientación sexual, religión o condición socioeconómica, puedan disfrutar plenamente de su ejercicio. La educación no solo es un medio para adquirir conocimientos, sino también una herramienta poderosa para combatir la discriminación y promover la inclusión.
En el contexto del Día de la Educación, es esencial reflexionar sobre los desafíos persistentes que obstaculizan el pleno ejercicio del derecho a la educación. En muchos lugares del mundo, la falta de recursos, la discriminación de género, la inestabilidad política y los conflictos armados continúan siendo barreras significativas para el acceso a una educación de calidad. Abordar estos desafíos no solo es una cuestión de mejorar las infraestructuras educativas, sino también de abogar por políticas inclusivas que respeten y protejan los derechos humanos.
Según datos de la UNESCO de 2023, el número de niños y niñas sin escolarizar a escala mundial ha aumentado en 6 millones desde 2021 y asciende ahora a 250 millones, lo que revela que el progreso de la educación sigue estancado. En todo el mundo, el 16 % de los niños, niñas y jóvenes permanecen sin escolarizar.
En África Subsahariana se concentra cerca del 30% de la infancia sin escolarizar del mundo. Uno de cada cinco niños y niñas africanos no asiste a la escuela y sólo la mitad asiste al segundo ciclo de secundaria.
Una encuesta realizada en abril 2023 por la UNICEF reveló que hay 7,8 millones de niños y niñas sin escolarizar en Afganistán. Aproximadamente, sólo están matriculados la mitad en edad de asistir a la escuela primaria y una quinta parte de los que están en edad de asistir a la escuela secundaria.
El conflicto armado en la Franja de Gaza, que ha sufrido una escalada en la violencia y el conflicto luego de los atentados terroristas de Hamás en Israel en octubre del año pasado, con una respuesta de ataques incesantes por parte del Estado de Israel que ha llevado incluso a que la Asamblea de Naciones Unidas emitiera una declaración de solicitud de cese al fuego y que Sudáfrica haya presentado una denuncia contra el Estado de Israel ante la Corte Internacional de Justicia por violaciones al Derecho Internacional Humanitario, también ha sido otra región gravemente afectada.
En la Franja de Gaza -en la que los niños y niñas representan aproximadamente el 50% de su población- el derecho a la educación se ha vuelto prácticamente inexistente. Los centros educativos han sido atacados, y la totalidad de la infancia ha dejado de acudir a las aulas, que ahora funcionan como refugios para las familias desplazadas, pero lamentablemente no son lugares seguros y han sido blanco de ataques.
Por todo esto, un aspecto crucial es la promoción de la educación en derechos humanos en los programas educativos. Integrar la enseñanza de los principios fundamentales de los derechos humanos en el currículo no solo informa a los estudiantes sobre sus derechos, sino que también promueve una cultura de respeto, tolerancia y justicia. La educación en derechos humanos no solo debe limitarse a la teoría, sino que también debe inspirar la acción, capacitando a los individuos para abogar por sus propios derechos y los de los demás.
Además, no solo proporciona conocimientos académicos, sino que también cumple el crucial papel de transmitir la historia, incluyendo sus momentos oscuros y lecciones fundamentales. Al recordar y aprender de los errores y triunfos del pasado, la sociedad puede cultivar una conciencia colectiva que impulse la prevención de injusticias y violaciones a los derechos humanos. La memoria histórica, integrada en la educación, no solo preserva la verdad, sino que también nutre la empatía, la tolerancia y el compromiso con la construcción de un mundo más justo y equitativo. En este sentido, la educación se convierte en la herramienta que permite a las generaciones futuras comprender la importancia de recordar y aprender de la historia para salvaguardar los derechos humanos y construir un futuro más prometedor.
En el Día de la Educación, debemos renovar nuestro compromiso inquebrantable con la promoción y protección de los derechos humanos a través de la educación. Esto implica no solo celebrar los logros alcanzados, sino también abogar por medidas concretas que aborden los desafíos persistentes. La educación es la base sobre la cual se construye un mundo más justo y equitativo, donde cada individuo puede alcanzar su máximo potencial y contribuir al bienestar de la sociedad. En última instancia, el Día de la Educación es un recordatorio de que invertir en la educación es invertir en el presente y el futuro para todos.
Javier Graña, colaborador de FIBGAR.