En recuerdo de la masacre genocida de Srebrenica: en busca de justicia
El pasado mayo, la Asamblea General de las Naciones Unidas, en una Resolución, impulsada por Alemania, Bosnia y Ruanda, estableció el 11 de julio como el Día Internacional de Reflexión y Conmemoración del Genocidio de Srebrenica de 1995.
Durante la guerra de Bosnia, que tuvo lugar entre 1992 y 1995, se produjo la mayor masacre presenciada en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial, en la que se perdieron al menos 8.372 vidas, miles de personas se vieron desplazadas, y familias y comunidades quedaron devastadas. Los cadáveres fueron enterrados en fosas comunes.
La guerra que siguió a la desintegración de la antigua Yugoslavia se cobró más de 100.000 vidas en Bosnia y Herzegovina, entre 1992 y 1995, en su mayoría de musulmanes bosnios, y desplazó a más de dos millones de personas. La población fue detenida y recluida en campos de concentración, y miles de mujeres bosnias fueron violadas sistemáticamente. La lista de atrocidades es interminable, pero Srebrenica se convirtió en la página más oscura de la guerra.
En pleno conflicto de los Balcanes, el 11 de julio de 1995, la ciudad bosnia de Srebrenica, declarada enclave protegido por la Resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas 819 de 16 de abril de 1993 para acoger a la población civil que huían de los combates entre el gobierno bosnio y las fuerzas serbias separatistas durante la desintegración de Yugoslavia, cayó en manos de las fuerzas serbobosnias dirigidas por el general Ratko Mladić, bajo la autoridad del entonces presidente de la República Srpska, Radovan Karadžić.
Durante varios días de matanzas tras la caída de Srebrenica, al menos 8.372 hombres y niños musulmanes, que habían buscado un lugar seguro en esa zona bajo el amparo de la Fuerza de Protección de las Naciones Unidas (UNPROFOR), fueron ejecutados de manera sumarísima por las fuerzas serbobosnias bajo las órdenes del general Mladić y por grupos paramilitares, que incluían unidades de policía irregular. Casi 30 000 mujeres, niños y ancianos fueron expulsados por la fuerza en una campaña de limpieza étnica masiva.
La masacre de bosnios musulmanes que se encontraban en la ciudad de Srebrenica – considerada “zona segura” por las tropas de la ONU – fue calificada por el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) y el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) reconocieron la masacre de musulmanes bosnios en Srebrenica por el ejército de la República Srpska como un acto de genocidio.
En 2017, el TPIY condenó a Ratko Mladić a cadena perpetua por crímenes de genocidio, violaciones de las leyes y costumbres de la guerra y crímenes de lesa humanidad, incluidas las masacres de Srebrenica, cometidas entre 1992 y 1995 en Bosnia y Herzegovina.
Ya en 1999 el secretario general de las Naciones Unidas declaró, en su informe sobre la caída de Srebrenica, que las Naciones Unidas habían fracasado en el cumplimiento de su mandato, en particular en lo que se refiere a la protección de los denominados «enclaves protegidos», por lo que comparten la responsabilidad consiguiente.
Los trágicos acontecimientos de Srebrenica dejaron profundas secuelas emocionales en los supervivientes y crearon obstáculos perdurables para la reconciliación política entre los distintos grupos étnicos de Bosnia y Herzegovina. Desde 2002, la Asociación Madres de Srebrenica sigue buscando personas desaparecidas y fosas comunes, apoyando a los supervivientes y demandando verdad y justicia.
Pese a la gravedad de la matanza, todavía hoy el tema genera división, hasta el punto en el que la resolución, que pretende también condenar la negación del genocidio y a los criminales de guerra, ha encontrado cierta resistencia en Serbia.
En el plano europeo, el Parlamento Europeo aprobó una resolución por la que se establece el 11 de julio como día de recuerdo de las víctimas de la masacre de Srebrenica. Sin embargo, una resolución similar en la ONU, que marcaba el 20º aniversario del genocidio de Srebrenica, fue vetada por Rusia en 2015. Solamente este año se consiguió establecer esta fecha como efeméride internacional.
Frente a tales actitudes, deviene fundamental garantizar los derechos de las víctimas y de sus familiares así como la promoción de la memoria como mayor garantía de no repetición.