La importancia de la memoria democrática en la conmemoración de las víctimas de crímenes contra los derechos humanos
Desde 2009, el 23 de agosto se celebra el Día Europeo de Conmemoración de las Víctimas del Estalinismo y el Nazismo. El objetivo de este día es “preservar la memoria de las víctimas de las deportaciones y las exterminaciones en masa, enraizando al mismo tiempo más firmemente la democracia y reforzando la paz y la estabilidad en nuestro continente”
Con ello, se quiso rendir homenaje a las víctimas de los regímenes que azotaron Europa en el siglo XX, coincidiendo con las manifestaciones que ocurrieron el mismo día en el año 1986 en varias ciudades del mundo como Londres, Nueva York o Washington en contra de los crímenes contra los derechos humanos bajo el estalinismo.
Las manifestaciones continuaron en los países bálticos durante 1989 con el conocido como Camino Báltico. Una cadena humana de 600 kilómetros tuvo lugar a lo largo de Lituania, Letonia y Estonia, como forma de protesta no violenta, que tuvo como objetivo exigir su independencia respecto a la Unión Soviética. Estos tres países pasaron a formar parte de la Unión precisamente el 23 de agosto de 1939, con el pacto Pacto Ribbentrop-Mólotov entre esta y Alemania. Ambos países, al mismo tiempo que acordaron no atacarse mutuamente, se repartieron territorios de Europa central. Así, con este pacto se dió lugar a la ocupación de estos países que pasaron a ser gobernados bajo duras restricciones durante 50 años por la Unión Soviética.
Al incluir en el mismo día el recuerdo de las víctimas de dos regímenes políticamente opuestos pero con consecuencias igual de nefastas, el ejercicio de memoria histórica que se intenta practicar es el de no olvidar las víctimas que sufrieron la represión del totalitarismo en Europa.
La Resolución del Parlamento Europeo, de 19 de septiembre de 2019, sobre la importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa recuerda que “ la Segunda Guerra Mundial, la guerra más devastadora de la historia de Europa, fue el resultado directo del infame Tratado de no Agresión nazi-soviético de 23 de agosto de 1939, también conocido como Pacto Molotov-Ribbentrop, y sus protocolos secretos, que permitieron a dos regímenes totalitarios, que compartían el objetivo de conquistar el mundo, repartirse Europa en dos zonas de influencia” provocando asesinatos en masa, genocidios y deportaciones. Del mismo modo, la resolución manifiesta su preocupación ante el incremento actual de la apología de ideologías totalitarias y del revisionismo histórico.
Este mismo espíritu es recogido por numerosos países europeos que han legislado para prohibir el enaltecimiento de dictaduras en sus estados. Desde 2005, Alemania tiene tipificado como delito de odio racial la exaltación al nazismo. De igual modo, en Italia, desde 1993, el uso de lemas de ideología fascista está prohibido. Austria y Polonia también penan la apología de estos regímenes. Una preocupación por parte de los países europeos rodea siempre aquellos gestos que puedan alentar el odio, el racismo, o la xenofobia.
En España, La Ley de Memoria Democrática es un claro ejemplo de ello. En su preámbulo, la ley reúne los fundamentos de lo expresado en la Resolución del Parlamento Europeo en 2019, recalcando que “el impulso de las políticas de memoria democrática se ha convertido en un deber moral que es indispensable fortalecer para neutralizar el olvido y evitar la repetición de los episodios más trágicos de la historia”, incentivando con estas políticas la participación y reflexión ciudadana para poder reparar y reconocer la dignidad de las víctimas de toda forma de violencia intolerante y fanática.
Entre las disposiciones que contempla esta ley, se encuentra la retirada de elementos y símbolos contrarios a la memoria democrática. Asimismo, la búsqueda de personas desaparecidas se establece como una obligación del Estado, correspondiéndole esta labor a la Administración General del Estado, y tendrán derecho a solicitar la exhumación los parientes de la víctima, las asociaciones memorialistas y cualquier otra persona que alegue un interés legítimo.
La ley, por otro lado, también hace una mención a la reparación de las víctimas de la Guerra y la dictadura por parte del Estado. Se trabajará desde la Administración para investigar sobre incautaciones producidas por razones políticas. Asimismo, y respecto a los trabajos forzados que se realizaron durante el periodo de postguerra y dictadura, se investigarán los lugares relacionados con estos trabajos para su identificación.
Uno de los cambios que se han producido gracias a la ley y que más repercusión ha tenido es la resignificación del Valle de los Caídos. El lugar ha pasado a ser un cementerio civil (eliminandose el carácter de monumento al régimen) y será un lugar donde estarán enterradas solo personas fallecidas a raíz de la Guerra Civil. Como consecuencia, tal y como afirma la ley, se prohíbe llevar a cabo en el lugar “actos de naturaleza política ni de exaltación de la Guerra, de sus protagonistas o de la Dictadura”.
Desde 2016, FIBGAR ha venido elaborando diversas actividades a través del proyecto Memorízate en el que se recogen multitud de testimonios de víctimas de la Guerra Civil. De esta forma, se pretende concienciar, en especial a los jóvenes, de la historia que recorre nuestro país y nuestra democracia. La práctica de esta memoria se plantea como la única vía posible para construir una democracia sana capaz de recordar su pasado, donde el recuerdo no se plantee como algo individual sino como un deber colectivo.
Del mismo modo, desde mayo hasta diciembre de 2023, FIBGAR está llevando a cabo la Academia para la Memoria, donde jóvenes de 18 a 30 años pueden formar parte del proceso de recuperación de la memoria histórica española adquiriendo las herramientas necesarias para ello. Se realizarán encuentros virtuales, se recopilarán datos sobre las víctimas de la Guerra Civil y la Dictadura, y se realizarán entrevistas con personas relacionadas con los temas elegidos por los participantes. Con todo ello, se espera crear unos productos finales, ya sea a modo de artículos, informes o contenido audiovisual, que serán posteriormente publicados a través de una campaña de difusión.
La existencia de estos proyectos es crucial no solo a la hora de fomentar la memoria histórica como ejercicio del recuerdo, sino por la influencia que esta puede tener en los mensajes de odio y la apología a determinadas posiciones ideológicas. No olvidar para no volver a repetir, este es el cometido del recuerdo histórico.
Laura María Cabello Pérez, colaboradora de FIBGAR.