Día Mundial del Medio Ambiente: la reducción de la contaminación por plásticos alargaría la vida de nuestros Derechos Humanos
En los últimos 50 años la producción mundial de plásticos ha crecido exponencialmente, dejando a su paso 9.200 millones de toneladas de plástico entre 1950 y 2017, tal y como afirma el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP). De esa gran cantidad de residuos, 7.000 millones acabaron entre vertederos y diferentes entornos naturales, de forma que cada minuto se vierte al océano lo equivalente a un camión lleno de plásticos usados. Así, el planeta está siendo altamente contaminado por objetos cuya degradación tomaría miles de años, lo que contribuye a empeorar la crisis ambiental en la que estamos ya inmersos.
Nuestra capacidad de producir alimentos se ha visto menguada, nuestras aguas contaminadas y, por consecuente, nuestra salud y nivel de vida. Pero no solo han sido los plásticos los causantes de la mala salud planetaria, sino que nuestros sistemas de producción y consumo han tomado un ritmo de expolio de los recursos naturales y contaminación que se hace insostenible para la vida humana en la Tierra. Así, nuestros hábitos y modo de vidas actuales están comprometiendo nuestros propios derechos humanos y nuestra gobernanza mundial.
Esta degradación ambiental provoca cambios en todos nuestros ecosistemas, afectando a la flora y la fauna, y provocando que muchas personas se vean obligadas a migrar por motivos climáticos. La Organización Meteorológica Mundial estima que entre 1998 y 2020 en América Latina y el Caribe, los fenómenos climáticos y geofísicos causaron 312.000 muertes y más de 277 millones de personas se vieron gravemente afectadas. Es por ello que el cambio climático es algo que ya está dejando ver sus consecuencias negativas y que no se trata de un tema a tratar al largo plazo, sino que es necesaria una actuación urgente.
A toda esta vulnerabilidad se suma la desigualdad, la pobreza y la falta de recursos y capacidades para adaptarse a cambios meteorológicos extremos. Así, es necesario que la comunidad internacional trabaje conjuntamente para lograr alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)con el fin de no comprometer la vida de las generaciones futuras, quienes son y serán más vulnerables frente al cambio climático y las desigualdades. Así, los ODS apuntan a alcanzar un equilibrio que elimine las vulnerabilidades que ciertas poblaciones sufren y lograr una vida armónica con nuestros entornos naturales.
Desde FIBGAR, creemos firmemente que las generaciones futuras deben estar bien informadas y convertirse desde una edad temprana en agentes de cambio. De esta forma, podrán involucrarse en la arena política y moldear las normas que les afectan directamente, logrando una Tierra más saludable y armónica con la vida humana. Así, desde proyectos como DEC (Environmental and Digital Citizenship), apuntamos a capacitar a jóvenes en las nuevas herramientas digitales y en la interrelación entre los derechos humanos y el ambiente, para que tomen perspectiva de la crisis climática y tomen acción lo antes posible.
Este año, con miras a frenar la contaminación por plásticos, el Día Mundial del Medioambiente se centra en la urgente necesidad de abordar este tipo de polución. Así, la ONU ha publicado una hoja de ruta para poner freno a la producción desmedida de plásticos. En este informe, los expertos aseguran que este tipo de contaminación podría reducirse en un 80% para 2040, siempre y cuando los países y las empresas transformen sus políticas y métodos de producción y consumo.
El informe Cerrar el grifo: cómo el mundo puede poner fin a la contaminación y crear
una economía circular, pretende crear una conciencia acerca de la gravedad del
problema y servir como guía para que los gobiernos y las empresas lleven a cabo el
cambio necesario para abordar de raíz las causas de esta contaminación. Para ello,
establece tres líneas de actuación claves: la reutilización, el reciclaje y la reorientación-
diversificación. De esta forma, la sociedad en su conjunto debemos focalizarnos en la
reducción del uso de los plásticos y centrarnos en su mercado circular.
Por este motivo, FIBGAR lleva años luchando contra la contaminación masiva de nuestros ecosistemas y por el reconocimiento del delito de ecocidio como quinto crimen internacional en el Estatuto de Roma. De este modo, el daño masivo y la destrucción a los ecosistemas dejarán de gozar de la impunidad que han venido disfrutando hasta nuestros días.
Carmen Coleto Martínez, técnica de proyectos responsable del área de ambiente.
Madrid, 5 de junio de 2023