Derechos Humanos: retroceso y avances
En el día de su toma de posesión el pasado 17 de octubre, el octavo Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, nos recordó que “los derechos humanos son el idioma común de la humanidad”.
El 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptaba la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como una “norma común de conducta para todos los pueblos y naciones, hacia la cual los individuos y sociedades debían esforzarse por adoptar medidas progresivas, nacionales e internacionales, para lograr su reconocimiento y observancia universales y efectivos”.
Desafortunadamente hoy, más de setenta anos después, queda mucho trabajo por hacer para cumplir con estos objetivos, ya que el mundo se enfrenta a desafíos en varios frentes, desde el retroceso alarmante de los derechos más básicos hasta las amenazas al medioambiente, desde el ascenso de los populistas que parecen impermeables a las estrategias de denuncia y exposición, hasta la corrupción generalizada y el crimen organizado.
Sin duda, con la pandemia de COVID-19, muchos problemas relativos a los derechos humanos en el mundo se hicieron patentes, entre ellos el aumento de la pobreza y las desigualdades sobre todo en los países menos desarrollados. Hoy en día, nos estamos enfrentando a una crisis global de suministros de alimentos y combustible que ha provocado una fuerte inflación que amenaza con arrojar a millones de personas a la inseguridad alimentaria y la pobreza, afectando a quienes son más vulnerables.
Como ha recordado Michelle Bachelet durante el 50º período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos, las ramificaciones sociales, económicas y políticas de la situación bélica en Ucrania se están extendiendo por toda la región y el resto del planeta, sin que exista un final a la vista.
En el corazón de Europa se está destruyendo las vidas de muchas personas y causando el caos y destrucción. Si bien la terrible invasión rusa contra Ucrania ha provocado una movilización internacional como pocas en las últimas décadas, los informes de la Misión de Observación de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ucrania (HRMMU) siguen relatando un catálogo de crueldad, que incluye ejecuciones sumarias, violencia sexual y tortura contra civiles y prisioneros de guerra. Lo mismo está ocurriendo en otros rincones del planeta: desde Siria hasta Myanmar, pasando por Yemen y Afganistán.
Además, el planeta está viviendo una importante crisis medioambiental debido a la emisión de gases de efecto invernadero producida primordialmente por el uso de combustibles fósiles, la deforestación y los vertederos de desechos. Entre sus consecuencias se encuentra el aumento del nivel del mar, las sequías, la desertificación, el deshielo de los polos, las lluvias torrenciales, los calores extremos y las inundaciones, lo que se traduce en afectaciones negativas en las personas, comunidades y poblaciones, particularmente las que se encuentran en situación de desventaja, marginalizadas o excluidas, al mismo tiempo que constituye una seria amenaza al derecho a la vida de las presentes y futuras generaciones, como demuestra el informe de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, publicado en la COP27.
Desafortunadamente, en las negociaciones que tuvieron en el marco de la Cumbre Climática no se alcanzó acuerdo para prevenir las catástrofes producidas por el calentamiento global, ello implica una condena a los derechos de una parte abismal de la población, pues supone seguir sufriendo olas de calor, escasez de agua, inundaciones, etc. sin contar con recursos adecuados para hacerles frente.
«Las fuerzas de la división y el odio están encontrando un terreno fértil en un paisaje estropeado por la injusticia y los conflictos», explicó el Secretario General de la ONU, António Guterres hace algunos días, en ocasión del el Foro Mundial de la Alianza de Civilizaciones.
El populismo, el nativismo, el racismo y el extremismo están socavando nuestras sociedades, sobre todo poniendo en peligro las voces criticas: los defensores de derechos humanos, periodistas, activistas, muy a menudo víctimas de acoso e intimidación.
Según un informe de julio de 2022 de las Naciones Unidas, todos estos factores están poniendo en peligro los avances hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el cual representa el plan de la humanidad para un futuro mejor.
Sin embargo, no todo es malo. Debemos reconocer que muchos esfuerzos se están llevando adelante.
Durante este año, varias veces a través de nuestros boletines semanales hemos resaltado los avances conseguidos sobre todo en tema de jurisdicción universal.
Además, no podemos olvidarnos de la aprobación de la Ley de Memoria Democrática el pasado octubre, que marca un hito histórico para la democracia española. Un resultado que hemos venido apoyando desde la creación de la Plataforma por la Comisión de la Verdad sobre los crímenes del franquismo.
Como recordó el ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix Bolaños, “pasamos definitivamente página de la etapa más negra de nuestra historia, de la Dictadura y de la Guerra Civil, y abrazamos y reivindicamos lo mejor de nuestra historia, a las personas que lucharon por la democracia, por la Transición, por la Ley de Amnistía y por la Constitución”.
Por nuestra parte, seguiremos aportando con nuestro trabajo día a día en la promoción y defensa de los Derechos Humanos, a través de nuestros proyectos que te invitamos a conocer en nuestra página web.
Alessia Schiavon, responsable del Departamento Legal de FIBGAR.
Madrid, 10 de diciembre de 2022.