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Día Internacional de la Paz: el fomento de la paz como herramienta para la protección de los derechos humanos.

Todos los años desde 1981, el 21 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Paz a nivel mundial. La iniciativa nace en la Asamblea General de las Naciones Unidas, como recordatorio de la promoción de la paz como uno de los propósitos principales recogidos en la Carta de las Naciones Unidas. Se materializa por primera vez en la resolución de la Asamblea 36/67 de 30 de noviembre de 1981, para plantear de nuevo en 2001 la fecha como un día dedicado al cese de la violencia y alto el fuego de los conflictos que acechan nuestras sociedades diariamente. 

Como ha señalado la Organización de las Naciones Unidas a lo largo de estos años, la paz no solo significa el cese de la violencia armada, sino crear las condiciones necesarias para que todo ser humano sea respetado, sin sufrir discriminación alguna por su religión, sexo o raza. Por tanto, la Asamblea, en su resolución 55/282, invita a conmemorar este día a través de actividades educativas y de sensibilización de la opinión pública que logren promocionar los valores pacíficos entre los ciudadanos y las instituciones.

Con el fomento de la reflexión y la lucha sobre estos temas, la ONU quiere enfatizar las diferentes formas que tiene la violencia de manifestarse en nuestras sociedades. No podemos olvidar que problemas como el aumento de refugiados y la existencia de conflictos armados en muchos países están ligados a una cuestión de discriminación racial. Esto empuja continuamente a millones de personas a exponerse a situaciones de vulnerabilidad y sufrimiento, lo que supone una injerencia directa en sus derechos humanos. 

Este 2023 hemos podido ver como cerca de las fronteras europeas estalló un conflicto armado. La guerra de Ucrania nos ha enseñado que la violencia como sustitución al diálogo solo puede crear miseria y sufrimiento. En febrero de 2023, un año después del comienzo de la guerra, la estimación realizada por la ONU sobre víctimas ascendió a 18.955 civiles Además, fuera del continente europeo, las crisis humanitarias tampoco cesan. Afganistán, Etiopía o la República Democrática del Congo son claros ejemplos de fracasos hacía la consecución de la instauración de la paz.

En el día de hoy debemos rememorar que fomentar la paz no solo es un deber de los Estados, sino también de todos los ciudadanos y ciudadanas, que en nuestro día a día y en todas nuestras relaciones debemos consolidar un ambiente de diálogo que evite el conflicto violento. Así, la paz se alza como un elemento fundamental para el funcionamiento de nuestras instituciones y relaciones, y para hacer efectivos los derechos humanos de todas las personas.

Además, problemas mundiales como las consecuencias que está generando el cambio climático, afectan de forma más aguda a países que ya estaban sufriendo otra clase de situaciones desfavorables, tales como conflictos bélicos o pobreza económica. Al mismo tiempo la falta de recursos y las catástrofes naturales agravan y facilitan el surgimiento de nuevos conflictos, provocando de nuevo un estado mayor de vulnerabilidad. Seguir avanzando en la lucha de los derechos humanos y en el fomento de la paz implica del mismo modo proteger la tierra que habitamos.

Proteger los derechos humanos supone mantener unas condiciones ambientales y económicas que aseguren a todo ser humano poder acceder a los derechos recogidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Si queremos que la paz sea una realidad y los derechos vayan más allá de los meros conceptos abstractos e ideales, es necesario que trabajemos en una gran diversidad de ámbitos. La pobreza, el racismo, la discriminación, las catástrofes naturales o los conflictos humanos son todos factores análogos que afectan a la construcción de un mundo en paz.

Por ello, desde FIBGAR venimos fomentando la construcción de estados pacíficos en aras de proteger y hacer efectivos los derechos humanos. Así, con proyectos como DEC educamos cómo la crisis provocada por el cambio climático incide directamente sobre los derechos humanos y cómo es necesaria una cooperación internacional que frene sus impactos, ya que la crisis ambiental afecta mayoritariamente a las poblaciones más vulnerables y con menos recursos, y socavan las democráticas y la paz en el territorio. 

Laura María Cabello Pérez, colaboradora de FIBGAR.